LOS SÁBADOS, CIENCIA

¿Qué fue de la megafauna americana?

Las plusmarcas se baten hacia atrás en la investigación de nuevos datos sobre la paleoantropología

JORGE WAGENSBERG

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La máxima ilusión de un paleontólogo (de un geólogo, un arqueólogo o un prehistoriador) es reconstruir la historia a partir de los restos y rastros que pueda encontrar. En estos casos no se dispone de declaraciones escritas explícitas de testigos. La ventaja es que la opinión de los vencedores influye menos, pero el inconveniente resulta grande: hay que especular mucho más a la hora de interpretar el material encontrado. Se parece un poco a la diferencia de cómo diagnostica un médico o cómo lo hace un veterinario. El médico obtiene mucha información directa a través de la palabra del paciente; el veterinario, en cambio, todo lo infiere.

Entre las disciplinas científicas que reconstruyen la historia la que más toca al ciudadano es la paleoantropología. ¿Cómo apareció el humano sobre el planeta? ¿Cómo lo fue colonizando? No hay duda: es la ciencia del pasado que tiene más futuro. Cada nuevo hallazgo vierte nueva luz y nueva emoción a estas cuestiones. En esta investigación las plusmarcas se baten hacia atrás. Cada nuevo dato parece demostrar que cualquier detalle conocido resulta ser más antiguo de lo que se creía hasta entonces. Los saltos adelante en la investigación de un paleontólogo suelen ser pues saltos hacia atrás en el tiempo.

En América no se han encontrado homos u homínidos anteriores al Homo sapiens sapiens, pero ¿cuándo y cómo llegó hasta allí? Hay varias teorías. Casi todas suponen que los humanos pasaron desde Asia durante una glaciación caminando sobre un estrecho de Bering congelado. Pero la cuestión de cuándo ocurrió tal cosa ha ido cambiando durante los últimos años. En un principio el consenso, sobre todo de las universidades norteamericanas, estaba en 6.000 años. Hallazgos de diferentes yacimientos sitúan hoy tal consenso en torno a los 15.000.

Sin embargo, hay por lo menos dos voces discordantes que empujan tal efemérides hasta los 30.000 años. Con ocasión de la concepción del Museo del Tiempo en Uruguay, he buscado y conversado con ambas en su propia circunstancia. Se trata de Richard Fariña, paleontólogo de la Universidad de Montevideo, y de Niède Guidon, arqueóloga de la Fundación del Museo del Hombre Americano que ella misma ha creado en el lejano Parque de la Serra da Capivara en el estado de Piauí de Brasil.

El primero ha excavado durante años el yacimiento del Arroyo del Vizcaíno donde ha encontrado huesos de la megafauna sudamericana con supuestas marcas hechas por los seres humanos que los cazaron y consumieron. Nadie duda del rigor de sus dataciones: cerca de 30.000 años, pero buena parte de la comunidad científica pone en duda el origen humano de tales marcas. En Piauí el debate es, curiosamente simétrico y complementario, pero apuntando en la misma dirección heterodoxa. En una pared vertical aparecen unas maravillosas pinturas rupestres en las que se pueden ver figuras humanas cazando algo muy parecido a un armadillo gigante. En este caso, pues, nadie puede dudar de la coexistencia de estos animales y los humanos. Sin embargo, la pretendida datación de casi 30.000 años de estas pinturas en una pared permanentemente húmeda es muy cuestionada por los prehistoriadores.

Richard Fariña acaba de publicar un importante trabajo que pretende demostrar que las marcas en sus huesos no son por causas naturales, como de choques y roces con otros objetos, sino producto de la voluntad explícita de un humano apurando la carne de su presa. Se trata de un minucioso estudio de mecánica microscópica centrada en la forma y estructura de los bordes de tales marcas.

En síntesis: hacer retroceder la llegada del hombre a América de 15.000 a 30.000 años tiene en Uruguay la evidencia de la datación y la duda de la intervención humana directa, mientras que en Brasil la evidencia está en la intervención directa humana y la duda en la datación. De momento, es una teoría que parece caminar bien apoyándose en dos teorías distintas, que cojean, sí, aunque de pierna diferente. Casi siempre que hay un notición en paleontología es porque las cosas son más antiguas de lo que se creía. Y este caso no es una excepción: hay que hablar más de la verdad vigente que de la verdad a secas.

Hay otras cuestiones interesantes relacionadas con la presencia temprana de humanos en América. ¿Qué ocurrió con la megafauna americana? ¿Por qué se extinguieron? ¿Cómo desaparecieron los gigantescos megaterios y los extraños gliptodontes? ¿Fue un fenómeno independiente de la vida humana como asegura Castor Cartelle, de la Universidad de Belo Horizonte, o se los comieron los primeros pobladores cuya posibilidad parece haber probado Fariña?  ¿Qué contamos en los museos? Pues todo, hay que contar las mismas alternativas que se debaten en la comunidad científica. Y que los visitantes regresen a sus casas conversando.