Análisis

Pujol, ante la justicia

El 'expresident' no se comportó como el líder de una nación, sino como el jefe de un clan

JOAN J. QUERALT

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Una diferencia esencial entre una democracia y una dictadura estriba en el control de sus líderes. Todos, por definición, tienden a obviar controles y a justificar toda clase de desmanes; es el precio por dedicarse en cuerpo y alma al bienestar del pueblo. Ya lo decían los romanos: el príncipe está por encima de ley. Pues no; en una democracia, a poco apañada que esta sea, no. Al final, quizá tarde o muy tarde, quien la ha hecho la paga. Llevamos ya un suma y sigue sin parangón en el mundo occidental.

Al final, Jordi Pujol, que hizo y deshizo vidas y haciendas, que dio a diestro y siniestro lecciones de valores, honradez y patriotismo, aparece como un gerifalte más, empotrado en la casta, que ha mirado a fin de cuentas por él y su familia. Al margen de lo que se le pueda probar judicialmente, Pujol no se ha comportado como el líder de una nación, sino como el jefe de un clan. En efecto, diga lo que diga y niegue lo que niegue, el origen de su capital inicial (incluida la deixa) en su primera andadura como político oficialista es más que oscuro. Además, coincide en el tiempo con el fiasco de Banca Catalana, de la que salió económicamente -aunque no solo- indemne, dejando en la ruina a miles de ahorradores.

Individualizar las infracciones

De un lado, el origen del patrimonio del grupo va a ser muy difícil dilucidarlo, y más aún someterlo a pena por el juego de las prescripciones. Sin embargo, la justicia sospecha que la familia Pujol actuaba como una organización criminal, lo que tampoco es algo fácil de establecer. Esta calificación, indiciaria, es más espectacular que real: habrá que probar la comisión de delitos y el concierto y jerarquía entre sus miembros. Lo decisivo es la individualización de las infracciones. No caben muchas dudas sobre que los negocios se tejieron a la sombra del padre. Sin embargo, su criminalidad es lo que hay que verificar.

En este contexto, resulta inexplicable el fulgurante acceso a la riqueza -nada de una mano delante y otra detrás- de algunos familiares sin el complemento vitamínico de la conexión con la Generalitat. Hacernos creer, por ejemplo, que comisiones de cientos de miles de euros se libraban sin contrato y sin estudio alguno es insultarnos la inteligencia. Afirmar que la documentación que obra en autos, remitida por entidades crediticias, es falsa es igualmente una muestra de algo que es mejor no calificar. O concluir que todo ese aparente trasvase financiero no es más que un haz de falsedades para engañar a la exmujer del hijo mayor del expresdient, con más de una década de antelación a su divorcio, genera de todo menos risa. En fin, crear una red de documentos contrarios a la realidad para tapar la realidad, como defensa no parece la más brillante.

Si todo ello lo relacionamos con una defensa acérrima de los valores, de la verdad y de la lealtad, no queda más que un tenderete de feria tras el vendaval: nada es verdad, salvo alguna cosa. En fin, se demuestra que, después de todo, la única patria es la plata. Ni rojigualda ni cuatribarrada.