Puente aéreo de ida y vuelta

Santamaría hace bien aceptando la oferta de Junqueras de abordar en Barcelona la agenda catalana. Y Puigdemont, debería aceptar la de Rajoy de ir a la cumbre de presidentes

JUNQUERAS SANTAMARIA

JUNQUERAS SANTAMARIA / periodico

ENRIC HERNÀNDEZ

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El vicepresidente Oriol Junqueras invitará a la su homóloga Soraya Sáenz de Santamaría a desplazarse a Barcelona para abordar la "agenda política catalana", según ha anunciado la portavoz Neus Munté. La Generalitat da así el primer paso para profundizar el diálogo institucional con el Gobierno central, que el proceso soberanista no ha suspendido pero sí vaciado de contenido. Hace bien la vicepresidenta, a la que Mariano Rajoy ha confiado el dosier catalán, en recoger el guante y aceptar la invitación.

Ese encuentro versará sin duda sobre las 46 demandas que el 'president' Carles Puigdemont entregó a Rajoy en la Moncloa en  abril, versión corregida y aumentada de los 23 puntos presentados por Artur Mas en el 2014. Amplio memorial de agravios que incluye asuntos de interés para todos los catalanes, sean independentistas, federalistas o autonomistas. Porque es en la financiación, las infraestructuras o los servicios públicos donde cabe esperar que ambas partes alcancen acuerdos, menos factibles en asuntos tan espinosos como el referéndum independentista o la soberanía.

En el Gobierno del PP, como ha confirmado el exministro José Manuel García-MargalloJosé Manuel García-Margallo, han cohabitado distintas sensibilidades sobre cómo afrontar el conflicto catalán. Por ahora la firmeza jurídica se ha impuesto al pragmatismo político, con los tribunales y la fiscalía como puntas de lanza. Ya es hora de que los políticos hagan aquello por lo que se les paga: política.

Cuestión aparte es que la senda de la cooperación bilateral sea transitable mientras perdure el propósito de celebrar un referéndum unilateral con vistas a una declaración de independencia igualmente unilateral. Exigir al Estado que invierta más en Catalunya cinco minutos antes de fundar un estado propio no es el mejor incentivo para que el Gobierno se siente a negociar.

CUMBRE DE PRESIDENTES

Más allá de estas contradiciones, hay que saludar la apertura al diálogo del Govern y sugerirle que ese nuevo puente aéreo sea de ida y vuelta: si Santamaría lo toma rumbo a Barcelona, Puigdemont debería asistir también a la cumbre de presidentes que abordará la financiación autonómica.