El cuerno del cruasán

Morán y los charnegos

JORDI PUNTÍ

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Gregorio Morán acaba de publicar 'La decadencia de Cataluña', una antología de artículos sobre política catalana de los últimos 20 años. La selección quiere dar una panorámica de sus opiniones, a menudo críticas con los nacionalismos, desde los inicios del pujolismo hasta el impulso independentista de Artur Mas. En la cubierta del libro, que es muy bonita a pesar de su tic alegórico, se ve una 'senyera' que se está deshilachando. Bajo el título trágico, un subtítulo en letra más pequeña que dice: «Contada por un charnego». Hace muchos años que leo los artículos de Morán en 'La Vanguardia' de los sábados. Incluso he recortado alguno para guardarlo --son cosas que se hacen--. Con el tiempo he visto como iba cambiando su voz, de qué forma el pesimismo se abría camino en la mayoría de sus artículos, pero nunca, en ningún momento, me pasó por la cabeza que Morán pudiese ser un charnego. Si acaso lo contrario. Como lector, me había hecho la imagen de un señor de Asturias muy suyo, con carácter, que no molesta ni quiere que le molesten.

La palabra 'charnego' ha tenido varias vidas. Al principio un charnego era un hijo de catalán y francesa, o al revés. Con la inmigración llegada en el franquismo, el término se amplió para designar al hijo de padre o madre catalán y el otro del resto de España. En los 70, charnego era un término despectivo en catalán, pero poco a poco en el extrarradio de Barcelona los hijos de los inmigrantes lo adoptaron con orgullo. Era una seña de identidad que les investía de un aire popular, a medio camino de las canciones de Los Chichos, el Pijoaparte de Marsé y el descaro del 'Vaquilla'. Recuerdo un artículo de Quim Monzó, hará más de 25 años, en el que le reprochaba a Joan Manuel Serrat que se considerara charnego cuando le convenía. Ahora Morán dice que se siente charnego porque él escogió trabajar en Catalunya, pero parece más un atributo ideológico que no social. Tal como va todo, un día de estos los del PP o los de Ciutadans convocarán una rueda de prensa en su Sarrià natal para declararse, ellos también, charnegos y coleguillas.