Análisis

El 'caso Villar', una vergüenza española

Ángel María Villar, conducido por tres miembros de la Guardia Civil en la sede de la Real Federación Española de Fútbol.

Ángel María Villar, conducido por tres miembros de la Guardia Civil en la sede de la Real Federación Española de Fútbol. / periodico

Antonio Bigatá

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Ángel María Villar supone una mancha dramática para la imagen internacional del país y, en particular, para la de nuestro deporte. Su apellido tiene para la opinión pública mundial connotaciones de trampa, soborno, irregularidades, tráfico de influencias, comisiones ilícitas y, de manera especial, de contumacia: de cómo se le dejó hacer impunemente durante mucho tiempo. Sabiendo quién es y que se le consentían las cosas entienden mejor esos otros nombres propios que les llegan, como BárcenasPujolGonzález, Rato, Bankia y prácticas como el vaciado del dinero público de las cajas de ahorros o el uso de las tarjetas black. Y aunque no lo verbalicen, ratifican sus sospechas de trato de favor en lo organizativo y en lo arbitral y llegan a la conclusión de que el deporte español es menos brillante de lo que reflejan sus resultados. ¿Cómo pensar que los directivos sucios en las demás cuestiones no intentan también ganar irregularmente los partidos y los campeonatos?

Lastre para el futuro

En un mundo del fútbol repleto de envidias y rivalidades ,el daño nos lastra para mucho tiempo. Aquí se le ha dejado a Villar mangonear durante tantos y tantos años sin investigarle pese a todos los indicios, evidencias y reiteradas cacicadas que España como país no puede considerarse -ni es- inocente. Como nuestro fútbol siempre ha sido un orgullo nacional, los poderes fácticos de todos los colores políticos han tenido la debilidad de creer que mantener a Villar en su cúspide era un peaje indecente pero rentable. Ni las administraciones públicas ni la Justicia han estado a la altura. Cosas tan vergonzosas como la de que cuando el Barça le apoyó en sus disputas internas empezó a tener mejores arbitrajes quedaron como supuestas anécdotas aplaudidas por Gaspart.

España es culpable porque el de Villar ya es el segundo gran pecado imperdonable y escandaloso que protagoniza con pleno consentimiento contra la ética deportiva. Lo que hicieron -yo creo que casi en conspiración- los poderes (la política, la policía, los tribunales, el estamento del ciclismo...) con el dopaje y las pruebas no utilizadas de las bolsas de sangre contaminada de la operación Puerto, ya le demostraron al mundo que parte de nuestro brillo deportivo era bastardo. Desde España se hizo todo lo que se pudo, que fue mucho, para defender y mantener impunes a los tramposos en el momento en que se organizaba la lucha internacional contra el dopaje y cuando empezaba un movimiento globalizado a favor de la regeneración del deporte.

Corrupción generalizada

Nosotros podemos pensar que en el fondo Villar ha sido la simple rama futbolística de la corrupción generalizada que ha padecido el país a manos de la gente que administraba dinero ajeno desde cargos públicos. Pero en la esfera internacional, donde siempre han recelado de los continuos éxitos deportivos de la marca España, se nos atribuye a todos una lógica responsabilidad compartida. Y hemos de reconocer que si al final le llegó el descrédito a este presidente federativo indeseable fue por la actuación de la justicia internacional. En particular, la norteamericana, dentro de su marcaje a la FIFA y la UEFA después de que estos organismos, emborrachados por su sensación de impunidad, además de delinquir habitualmente lo hicieron desmesurada y notoriamente a propósito de la adjudicación a Qatar de su Mundial de fútbol.

En cualquier caso la historia de Villar es una más entre la de tantos mangantes que aquí se han encanallado enriqueciéndose descaradamente con ingresos muy superiores a los que percibían legalmente. Que han trabajado más para durar en el poder y seguir lucrándose que para cumplir sus obligaciones, dando trato de favor a quienes les ayudaban en el empeño. Que han vivido aferrados a las tarjetas de crédito que en principio debían atender estrictamente a sus gastos justificados de gestión. Que han remoloneado para no presentar cuentas debidamente auditadas. Que han recurrido al nepotismo (lo de Gorka dirigiendo todo el fútbol de América del Sur seguro que se estudiará en las escuelas de negocios) para crear fortunas familiares a través de lucrativas operaciones indirectas. Y que ahora deben encarar sólidas pruebas de haber desviado en su favor mucho dinero público, en este caso de la selección y de los presupuestos de obras federativas. La justicia tiene que separar el trigo de la paja pero es evidente que en lo de Villar llega tarde.