Editorial
La opacidad del TTIP
La UE debe abandonar su secretismo sobre el tratado con EEUU que afectará la vida de millones de personas
La opacidad con la que la Unión Europea está negociando con EEUU un tratado comercial de gran ambición ha desatado la alarma en muchos sectores y países. Cuando se aproxima la que debería ser última ronda negociadora que permita aprobar este año el Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP, por sus siglas en inglés), urge hacer un ejercicio de claridad para que instituciones y ciudadanos tengan toda la información suficiente tratándose de un pacto que va a afectar la vida cotidiana en casi todos los detalles, desde la seguridad de los automóviles a los fármacos, por ejemplo. El TTIP, que se empezó a negociar en el 2013, aspira a crear la zona de libre comercio más importante del mundo y afectará a unos 800 millones de consumidores. Con él deberían desaparecer las barreras comerciales entre EEUU y los países de la UE. Para EEUU, un país teóricamente librecambista, pero en la práctica muy proteccionista de su industria, el tratado significaría un cambio no menor. También debería armonizar las barreras normativas y reguladoras.
Sus promotores anuncian un nuevo impulso de la economía a ambos lados del Atlántico lo que implicaría un aumento del PIB y la creación de varios cientos de miles de puestos de trabajo. Si la música del tratado suena muy bien, y más todavía en estos momentos de crisis, la letra despierta todas las suspicacias por la falta de transparencia habida en las rondas de negociaciones. La opacidad ha sido tal que el mandato de los negociadores de Bruselas se mantuvo en secreto hasta hace escasos meses. Y en la campaña de las últimas elecciones europeas, lo que será uno de los principales temas de esta legislatura apenas apareció.
Uno de los muchos aspectos preocupantes se refiere a la armonización normativa. En Europa los derechos y requisitos (de seguridad, laborales o medioambientales) son mucho más elevados que en EEUU y por ello existe el temor de que el TTIP comporte serias pérdidas para la ciudadanía europea. El pasado diciembre llegaron a Bruselas más de un millón de firmas recogidas en siete países de la Unión pidiendo que se detuvieran las negociaciones. En España el tema ha suscitado escaso interés. Por todo ello es necesario que la UE abandone su secretismo. Los ciudadanos tenemos derecho a saber qué se está negociando en nuestro nombre.
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