Ojeras

Hoy es tu día. Alégrate, mujer, un montón de políticos hablarán de ti. Se mostrarán preocupados, algunos manejarán cifras, incluso tratarán de poner rostro a este día que no rememora ninguna conquista, aunque tiene el nombre de muchas batallas diarias. Hoy es el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza. Ahí estás tú. Aunque al principio te negaste a asumir que te habías convertido en pobre. Esa palabra aún guardaba reminiscencias de los miedos infantiles. Quizá recordabas aquel cuento tan triste de la pequeña cerillera que en la última noche del año enciende una tras otra las cerillas para darse calor hasta que, irremediablemente, muere de frío. Solo a Andersen se le podía haber ocurrido algo tan desconsolador. Tú no vendes cerillas, pero sí sabes lo que es pasar un invierno sin calefacción. Qué alegría, que ínfima y triste alegría sientes al comprobar que este año el frío viene con retraso.

Hoy seguro que se alertará de que el riesgo de pobreza en Catalunya sigue aumentando, también los desahucios, o se pondrán cifras a la legión de personas que comen gracias a Cáritas. Pero cuando tú te miras en el espejo no ves ningún número. Solo unas ojeras cárdenas cada vez más hambrientas. Primero devoraron el brillo de tus ojos, después la sonrisa, más tarde el bailoteo de tus manos. Ahora ya te envuelven, una membrana translúcida que te separa del resto del mundo. Hoy es tu día, aunque nadie parece verte.