LOS 'OBJETIVOS DE DESARROLLO SOSTENIBLE' DE NACIONES UNIDAS

Nuevas urgencias

El cambio climático y el desarrollo de la robótica y la inteligencia artificial son dos fenómenos, aunque no los únicos ni mucho menos, que requieren un sistema de gobernanza global en el que se abran las fronteras físicas y mentales

Mujeres con sus hijos desnutridos en un centro de acogida de Ganyiel Panyijiar, en Sudán del Sur.

Mujeres con sus hijos desnutridos en un centro de acogida de Ganyiel Panyijiar, en Sudán del Sur.

PERE NAVARRO

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En el año 2000 la ONU propuso ocho objetivos que fueron bautizados como 'Los Objetivos del Milenio' y que planteaban unos indicadores que debían mejorar las condiciones de vida del conjunto de la humanidad. En el año 2015 esos objetivos se transformaron en los 'Objetivos de Desarrollo Sostenible' aprobados por el conjunto de los países miembros de las Naciones Unidas. Diecisiete objetivos que abarcan desde la educación hasta el respeto al medio ambiente pasando por la paz o la igualdad de género. Se pueden consultar en su totalidad en la página de Naciones Unidas.

Sin embargo, la situación política, social y económica que vive hoy el mundo nos hace sospechar que esos objetivos van a tardar más de la cuenta en cumplirse, si es que se cumplen. El acceso al poder de Donald Trump y sus políticas negacionistas del cambio climático y su xenofobia proclamada a los cuatro vientos hacen de él un personaje refractario a esos objetivos. Y, al otro lado del océano, tenemos a la otra gran potencia del siglo XX gobernada por un Vladimir Putin que parece dispuesto a todo para recuperar la hegemonía rusa en una parte del mundo. Aunque sea a costa de promover aparentemente oscuras alianzas con movimientos cuyo objetivo principal es el de desestabilizar a una Europa conmocionada por el reciente 'brexit' y por el auge de partidos nacionalistas y xenófobos como respuesta a una globalización que ven más como una amenaza que como una oportunidad. Frente a eso, la tentación de volver a la seguridad de la 'tribu' es muy grande.

LA URGENCIA DE LA SOLIDARIDAD

Desde mi punto de vista, esta situación impide la consolidación de una gobernanza mundial que haga frente a los retos que debemos afrontar con extraordinaria urgencia y que no dependen de los países y los gobiernos encerrados en sus fronteras sino que son globales. Unos retos que tienen que ver con la solidaridad que debería exigírsele a una civilización como la nuestra. El cambio climático es uno de ellos y está avanzando a toda velocidad y tengo la certeza de que va a ser un elemento más de desigualdad entre los países desarrollados y los del llamado tercer mundo.

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Las evidencias científicas nos aseguran que los gases de efecto invernadero están calentando el planeta y, como consecuencia, se produce un constante aumento del nivel del mar y unos fenómenos meteorológicos cada vez más extremos y que alternan fuertes sequías con lluvias torrenciales.

El clima y las guerras están provocando una gravísima situación de hambruna en Somalia, Nigeria, Sudán del Sur y Yemen. Según el portavoz de ACNUR , Adrian Edwards, actualmente hay 20 millones de personas en estos países en zonas afectadas por la sequía de las que 4,2 millones son refugiados y lo peor de todo es que los 4.000 millones de dólares que se necesitan urgentemente para poder hacer frente a la crisis no llegan. La situación en el mundo ha empeorado de manera alarmante en el último año. Según un informe de Bruselas, las personas que estaban en una situación de inseguridad alimentaria en el año 2015 eran 80 millones mientras que en el 2016 esa cifra ha crecido hasta los 108 millones.

LA BRECHA ENTRE PAÍSES RICOS Y POBRES

Corremos el riesgo de que se abra una brecha, otra más, entre países ricos y pobres como consecuencia del cambio climático. Mientras que los países ricos se adaptarán a las nuevas circunstancias gracias a la tecnología y a la capacidad de innovación e inversión, creando una 'burbuja' de seguridad y confort en sus territorios, los países pobres van a quedar expuestos a unos cambios que van a expulsar a millones de personas de sus territorios que van a sufrir de manera trágica los resultados de un clima enloquecido que ellos no han contribuido a cambiar.

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El segundo factor de riesgo que puede producir un incremento de la desigualdad es el desarrollo de la robótica y de la inteligencia artificial. Todos los avances científicos y tecnológicos han sido vistos con una mezcla de esperanza y de desconfianza y han producido cambios en los procesos industriales, las oportunidades laborales y la forma de relacionarnos.

La aparición de la maquinaria agrícola o la incorporación de la producción en cadena, por poner dos ejemplos, significaron la destrucción de numerosos puestos de trabajo y la aparición de nuevas profesiones basadas en nuevos servicios y derechos como la sanidad, la educación o la protección social o en las tecnologías que iban apareciendo.

CAMBIO DE PROPORCIONES INIMAGINABLES

Sin embargo, en este momento estamos frente a un cambio de proporciones inimaginables que discurre a una velocidad extraordinaria. Una velocidad que pone a prueba nuestra capacidad de adaptación. Los cambios se suceden en todos los frentes, científico, médico, comunicaciones, sistemas de producción... Y toman forma de redes sociales, impresoras 3D, coches eléctricos y de conducción autónoma. Quizás el más llamativo y que nos retrotrae a la filmografía de ciencia ficción del siglo pasado como, por ejemplo, '2001 una odisea en el espacio' de Stanley Kubrick es el de la aparición de la inteligencia artificial, es decir, de las máquinas que son capaces de aprender y pensar por sí mismas.

El matemático Alan Turing en 1950 ideó un test para detectar si nuestro interlocutor es una máquina o un ser humano. Pues bien, en 2014 una máquina superó ese test haciendo creer a sus interlocutores que estaban comunicándose con un niño de 13 años. Según apunta Andrés Ortega en su libro 'La imparable marcha de los robots', esta nueva situación puede provocar la pérdida de más de siete millones de puestos de trabajo en las 15 principales economías del mundo y en cambio crear solo dos millones.

LAS PERSONAS MÁS VULNERABLES

Van a aparecer nuevas profesiones, pero el problema es que no sabemos cuáles y el tiempo que tenemos para adaptar nuestro sistema educativo a las nuevas necesidades es escasísimo. De manera que corremos el riesgo de que aparezcan grandes bolsas de desempleo, sobre todo, en los trabajos menos especializados, aunque no únicamente. De nuevo, los más perjudicados van a ser las personas más vulnerables.

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El cambio climático y el desarrollo de la robótica y la inteligencia artificial son dos fenómenos, aunque no los únicos ni mucho menos, que requieren con urgencia un sistema de gobernanza global en el que se abran las fronteras físicas y mentales; y en que los poderes políticos y económicos actúen con la lealtad para con el conjunto de la humanidad que requiere una situación tan compleja como grave.

A pesar de todo, quiero ser optimista, quiero pensar que está en nuestras manos el cumplimiento de los 'Objetivos de Desarrollo Sostenible' y que las Naciones Unidas con su secretario general, António Guterres, al frente van a tener que reivindicar más autoridad como gobernanza global y superar una situación en la que cada país defiende unos intereses que ya no son individuales sino que cada vez lo son del conjunto de la humanidad.