DOS MIRADAS

Mortífero vaivén

Gritos de pánico  en el mar Mortífero vaivén_MEDIA_1

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JOSEP MARIA FONALLERAS

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(25 de mayo. Frente a la costa libia. Cansados y nerviosos, desequilibraron la barcaza de madera que los escupió al mar. 562 refugiados se salvaron. Se recuperaron cinco cadáveres).

Una sola fotografía no puede explicar el vaivén, la pérdida del equilibrio y de la serenidad que es antesala del naufragio. Tendríamos que observar toda la serie, para darnos cuenta de la oscilación, del reflujo de babor a estribor y viceversa, que provoca la aceleración de la tragedia en este navío humilde. El mortífero movimiento pendular se explica por el afán de alejarse del agua que, siendo plácida, se presenta como el enemigo líquido que engulle sin piedad. Por zafarse del hundimiento, los seres humanos (atención: ¡siguen siéndolo!) que luchan por evitar el azul-oscuro-casi-negro (aunque no lo parezca, en un día solar y mediterráneo) multiplican la energía que va a acabar con el barco.

nosotros lo miramos. Ante estas escenas -que nos llegan cuando ya han ocurrido, cuando las víctimas son cifras y los rescatados, héroes que habitarán en un refugio o que serán extraditados, devueltos a la intemperie- a veces almacenamos la ilusión óptica de estar ante un espectáculo. Ellos son puntos, algo perdido allí, en medio del mar, como si contempláramos la gozosa algarabía de un día de verano. Pero no se oye la histeria alegre de unos chavales sino chillidos de miedo, silencios hirientes. Esto no es un barco que zozobra sino la metáfora balbuciente, y tan inestable como el propio barco, de todo aquello en lo que nos hemos convertido.