Miguel Zambrana: «Los de mi edad aprendimos con Rodríguez de la Fuente»

Halconero y periquito. Preside la Asociación Cetrera del Baix Llobregat.

«Los de mi edad aprendimos con Rodríguez de la Fuente»_MEDIA_1

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OLGA MERINO

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Zambrana Portales (Alozaina, Málaga, 1953) comenzó a colaborar con el RCD Espanyol hace un par de años porque las palomas estaban causando daños en las instalaciones de Cornellà-El Prat: se comían las semillas del césped y sus excrementos ensuciaban los asientos. Acabó con el problema.

-El estadio está limpísimo.

-Cuando empecé a venir, habría más de un centenar de palomas, y ahora apenas si se ve alguna. También colaboro con el club de béisbol de Viladecans y con grandes superficies comerciales. Mi técnica consiste en asustar a las aves.

-¿Solo asustarlas?

-No es necesario matarlas. En cuanto ven a la rapaz, ya saben que tienen al depredador en casa y se alejan. Ahora visito el campo del Espanyol cada tres días y hago ejercicios de vuelo con Cuqui. Con eso es suficiente.

-¿A qué especie pertenece Cuqui?

-Es un águila de Harris; su nombre científico, parabuteo unicinctus, y yo añado que pericusCuqui es periquito, como yo.

-Halconero y perico, ¿una contradicción?

-Me lo dicen en broma, sí. Al Espanyol lo sigo desde Sarrià. Pasaba todos los días por delante, haciendo reparto con una furgoneta, y mi ídolo era N'Kono. Jamás de los jamases pensé que vendría aquí; es un orgullo.

-¿Por qué tapa los ojos de Cuqui?

-La caperuza revolucionó el arte de la halconería en el siglo XII porque permitió adiestrar a las rapaces con más rapidez. Los halcones son más nerviosos, y al privarlos de la visión se relajan. Tienen una vista agudísima.

-Ya lo dicen: ojos de águila.

-Piense que un halcón puede ver una lagartija a 200 metros. Por eso, a los que empiezan les digo que muevan el guante. Aunque tú veas al halcón como un mosquito entre las nubes o lo pierdas, ellos sí te controlan.

-¿Cuántos pájaros tiene?

-Ahora 12, entre halcones, águilas de Harris y algún búho. Los tengo en una masía alquilada, rodeada de viñedos. Cada día voy, los cuido, les pongo la comida y el agua, y los entreno. Mi favorito, el gerifalte, el halcón de las nieves.

-¿Cómo empezó todo?

-Llevo dentro la pasión halconera desde jovencito, pero entonces había muy poca información. Fue Félix Rodríguez de la Fuente quien lo dio a conocer, y aprendimos mucho de sus documentales. Como la mayoría de los cetreros de mi edad, soy autodidacta; no teníamos más remedio.

-¿Se dedica profesionalmente?

-No, hasta hace muy poquito he sido transportista autónomo con un camión de gran tonelaje. Para mí esto es una afición, e intento enseñar al que no sabe. Al final, los falconers tenemos que convertirnos en nutricionistas y también un poco en veterinarios porque hay muy pocos especializados en rapaces.

-¿Por qué tienen tan mala prensa?

-Viene del franquismo. En aquel tiempo me acuerdo de que se recompensaba con 25 pesetas al que llevaba las garritas cortadas de un ave. Tenían fama de comerse los conejos y todo bicho que vuela, y no es así. Cuando están salvajes, respetan la cadena trófica: solo atacan al más débil.

-Se nota que le apasiona.

-Sí. Además, la  falconeria me ha dado la satisfacción de conocer a fondo Catalunya. He visitado paisajes preciosos. Soy catalán, pero con un acento particular.

-¿Cuándo llegó?

- De niño. Mi padre trabajaba en Alemania, en la emigración. Una de las veces que paró en el trayecto, lo hizo en Gavá y le dieron trabajo en la fábrica de Roca. Pudo traernos a todos en el 60.