Pequeño observatorio

Los testigos de la historia

Los apellidos ya no son representativos de ninguna condición personal ni heredada

JOSEP MARIA ESPINÀS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Siempre ha habido robos. Cerca de la Rambla del Raval de Barcelona está la calle de Robador. Algunos la llaman Robadors, como si fuera una calle dedicada a los ladrones. Puede que esa red de callejones facilite huir a quien hizo un robo, pero Robador suena a nombre de persona. Algún experto en la historia de las calles lo podría aclarar.

Yo hablo, hoy, de un robo de cabras que ha tenido lugar en Tona donde se han llevado unas 60 cabras. Si no fuera un delito, la operación me parecería admirable. Llevarse todo un ganado de cabras no debe de ser fácil. Porque la cabra tiene una constitución fuerte, muy diferente de la de una oveja. La oveja tiene un aire resignado, actitud paciente, mientras que el cuerno de las cabras es al menos desafiante. Dicen que, a pesar de este aspecto, las cabras son más bien tímidas y asustadizas. Pero el lector me perdonará mi poco conocimiento de estos animales. Solo tengo la imagen de la cabra como animal con notable facilidad para trepar por las rocas, y su perfil contra el cielo es una imagen plásticamente magnífica. Casi teatral. Quizá fue en tierras de Beseit donde una magnífica cabra y yo nos estuvimos mirando un rato, inmóviles.

Nuestro lenguaje popular no respeta mucho a las cabras. Se dice de alguien que «está como una cabra», como si las cabras tuvieran una raíz de locura. Y si un hecho o una persona nos irrita mucho, decimos que nos «cabrea». Siempre me ha sorprendido que muchas personas ignoren el significado de su apellido. Mucha gente que se llama Ferrer o Fuster no ha pensado que lleva el nombre de un oficio. Y cuánta gente ilustre se llama Cabrer o Cabré. Escritores, médicos, artistas..., incluso un linaje de vizcondes catalanes era Cabrer. Los apellidos, hoy, ya no son representativos de ninguna condición personal ni heredada.

Un elegante y vagamente antepasado mío se llamaba Portusach y Barretó. Pero confieso que mi segundo apellido me gusta: Massip (o Macip). Entre otros significados quiere decir «aprendiz». Sí, pienso que este soy yo.