MI HERMOSA LAVANDERÍA

Las manos

Las manos, por Isabel Coixet

Las manos, por Isabel Coixet / EL PERIÓDICO

ISABEL COIXET

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Son grandes o pequeñas. De dedos largos o regordetes. De uñas pulidas o mordidas. Descuidadas. Pulcras. Limpias. Sucias. Son una extensión de nuestros pensamientos. Nos ayudan a cortar el pan y a acariciar. A subrayar lo que decimos. A escribir. A rezar. A rascar. Robar, hurgar, pegar. Y ahora, gracias una vez más a la estupidez humana y a leyes demenciales que no puedo ni quiero entender, son instrumentos diabólicos y fuentes de vicio y lujurias impensables. En Arabia Saudí, en el centro comercial Barzan Mall, en la ciudad de Hail, un miembro de la policía saudí ha obligado a una mujer cubierta de pies a cabeza de negro, con una minúscula rejilla por la que aparecen apenas los ojos, a cubrirse las manos que llevaba sin guantes negros, porque se los había dejado en casa. En las imágenes que pueden verse en Internet, asistimos a una furiosa diatriba del guardián de la ley contra la mujer de negro, que se defiende como puede (y a la que el guardia recrimina con enfado cuando ella se dirije a él, ya que al parecer tampoco está permitido que una mujer le hable a un policía) y que termina siendo expulsada del centro comercial. Sabemos que este es el pan de cada día de las mujeres en Arabia Saudí. Cuando no es un mechón de pelo, es un talón o un codo. Cualquier fragmento del cuerpo femenino es susceptible de ofender. ¿Qué será lo próximo? ¿Poner a las mujeres en campos de concentración y exterminarlas? ¿Crear una raza de transgenders a lo Conchita Wurst?

Pero hete aquí que el mismo día que expulsan, por olvidarse los guantes, a esta mujer que solo quería comprarse una camiseta en Zara, un popular telepredicador islámico turco, Mücahid Cihad Han, advierte de los peligros de la masturbación en los hombres, ya que, según su peculiar interpretación del Corán, los hombres que se masturban pueden dejar embarazadas… ¡a sus propias manos! Lo dijo en directo, en una cadena de televisión turca, cuando un hombre llamó a la emisora para contar que se había masturbado uno de los días en los que había visitado la Meca y pedía consejo sobre qué hacer al respecto. El predicador añadió que el hombre que se masturba “encontrará cientos de hijos de sus manos en el más allá y tendrá que hacerse cargo de todos ellos”. No aclaró, sin embargo, si todos estos niños fruto de la masturbación serían cuidados también por las 11.000 vírgenes que inevitablemente esperan a los que mueren en defensa del islam.

El catolicismo siempre castigó la masturbación con el infierno o amenazó a los que se masturbaban con la ceguera. Convengamos que lo de dejar embarazadas a las manos es algo que no se le habría ocurrido ni a Torquemada. Luego se extrañan de que el agnosticismo aumente en el mundo.