Las crisis paralelas del PSC y del PSOE

JOSÉ ANTONIO SOROLLA

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PSOE y PSC, vidas paralelas, crisis paralelas. El consejo nacional del PSC, que debía preparar la sucesión del dimitido primer secretario, Pere Navarro, se topó con la noticia antes de su inicio. Núria Parlon, 39 años, alcaldesa de Santa Coloma de Gramenet, que todo el mundo consideraba la favorita para suceder a Navarro, renunció antes de la reunión del máximo órgano entre congresos. Ahora, todas las miradas se giran hacia Miquel Iceta, el hombre en la sombra, cuyos paralelismos con la figura de Alfredo Pérez Rubalcaba son inquietantes.

Después de haber asegurado que no se iría, que su proyecto estaba empezando, a diferencia del encabezado por Rubalcaba o por Patxi López, las dos primeras víctimas de las elecciones europeas, Pere Navarro arrojó la toalla el pasado miércoles. Inmediatamente surgió el nombre de Parlon para sustituirle, apoyada por los barones provinciales y los alcaldes del partido, responsables últimos de la renuncia de Navarro, a quien abandonaron ante el temor de que el poco poder que le queda al PSC fuera barrido en las municipales del año próximo.

Susana Díaz-Núria Parlon

Pero, como ocurrió en el PSOE con Susana Díaz, Parlon ha renunciado con el mismo argumento: dedicarse por completo a su actual cargo. La presidencia de la Junta andaluza en el caso de Díaz, la alcaldía de Santa Coloma en el de Parlon. También en ambos casos las protagonistas quizá no dicen toda la verdad. Se ha sostenido que Díaz quería un paseo militar antre la militancia, algo imposible de asegurar. Se dice que Parlon ha considerado al final que no tendría las manos libres para hacer su política.

Una política aún indefinida. Como ocurre con Eduardo Madina o Pedro Sánchez, otro paralelismo, las ideas de Parlon son lo más próximo a lo desconocido, pero ha dejado entrever que quería una apuesta más clara por el derecho a decidir (hubiera preferido la abstención al no del PSC a la petición del Parlament de que el Estado transfiriera la competencia sobre el referendo) y una menor colaboración con CiU en temas como el apoyo a Barcelona World (el Eurovegas catalán), en cuya votación parlamentaria no participó.

De todos modos, el problema del PSC no es tanto de nombres como de proyecto. Navarro ha perdido en las europeas la mitad de los votos del 2009 (de 708.888 --36%-- a 358.539 --14,2%--), pero entonces Catalunya era otro mundo, y durante su gestión el partido ha pasado de 28 a 20 diputados autonómicos. La verdadera debacle se produjo, sin embargo, en la última elección de José Montilla tras el fracaso del segundo Gobierno tripartito. Con Montilla, el PSC cayó de 789.614 sufragios (26,8%) a 570.361 (18,3%), mientras que Navarro obtuvo solo 50.000 menos (523.333, el 14,4%) en 2012. En porcentaje, de las últimas autonómicas a las europeas el PSC solo ha perdido dos décimas.

Navarro solo ha hecho, pues, que agravar un poco más el descalabro, una catástrofe que desde el 2007 ha dejado al PSC sin el poder que monopolizaba en la Generalitat (2003 a 2007), el Ayuntamiento de Barcelona y la mayoría de las grandes alcaldías catalanas (1979 a 2011), además de enviar al Congreso el mayor número de diputados catalanes por su victoria en todas las elecciones generales en Catalunya, tendencia que se quebró también en 2011.

Partido dividido

La retirada de Navarro no se debe tanto a los resultados de las europeas como al proceso soberanista. En la frase más clarividente de su discurso de despedida, dijo que, con la fractura del grupo parlamentario, el PSC dejaba "de estar unido en la diversidad, para convertirse en un partido dividido". Y en su testamento queda para el futuro su deseo de que el PSC sea un partido catalanista, federalista y de izquierdas.

El drama del PSC es que ya no puede vivir más en la ambigüedad y tiene que decidir. Como recordó Navarro citando a Iceta, el PSC no está hecho para decidir "entre el padre y la madre, entre Catalunya y España", entre la tendencia más catalanista, convertida ahora al soberanismo, y la más españolista, partidaria del entendimiento con el PSOE y del federalismo.

Siempre se había dicho que el PSC era el partido más representativo de la sociedad catalana --su "espejo", según Navarro-- porque acogía esas dos almas en una sola y cohesionaba la sociedad. Además de la crisis de la socialdemocracia, que le hace perder votos por la izquierda, el debate soberanista ha hecho saltar ese equilibrio por los aires, de modo que los socialistas han sufrido una doble hemorragia: por el flanco españolista hacia Ciutadans y por el más catalanista hacia ERC e Iniciativa per Catalunya (ICV).

Navarro había intentado una política autónoma, sin dejarse tentar por los cantos de sirena del tándem CiU-ERC, pero, aunque defendía la consulta legal y pactada con el Estado, la opinión pública había percibido que estaba en contra. Este error y su falta de liderazgo han empujado a quienes le auparon a retirarle el apoyo. Cuando se ha visto solo, ha dimitido.

Presión soberanista

Al abandono no es ajena tampoco la presión que el soberanismo ha ejercido sobre Navarro. Antes el nacionalismo y ahora el soberanismo siempre han mantenido una misma doble actitud frente a los socialistas. Por una parte, el descrédito politico y personal: desde deslizar que Pasqual Maragall era un borracho o perdonar la vida a Montilla recordándole constantemente que era president pese a haber nacido en Córdoba, hasta tratar ahora a Navarro como un tonto, menospreciado al igual por Artur Mas y por el programa satírico Polònia, de TV-3.

La otra pata de esta política es el intento de atraer al PSC a los postulados nacionalistas/soberanistas. La primera reacción del secretario general de CDC, Josep Rull, a la dimisión de Navarro fue la de desear que el PSC se uniera ahora al pacto por el derecho a decidir. Esta presión se manifiesta también en una "preocupación" constante por lo que el soberanismo considera "errores" del PSC, que siempre comete cuando no hace seguidismo de la politica de CiU. Es enternecedor leer a los comentaristas próximos a CiU tan preocupados por esos "errores" cuando, en buena lógica, deberían alegrarse de que su adversario político se equivocase.

Rubalcaba-Iceta

¿Puede Miquel Iceta, en caso de confirmarse como alternativa, poner orden en este maremágnum? Eficaz como hombre en la retaguardia, con una cabeza muy bien amueblada, miembro de la ejecutiva federal del PSOE, su trayectoria se asemeja a la de Rubalcaba, cuya habilidad táctica e inteligencia política no niegan ni sus adversarios.

Iceta, cuyo nombre ya sonó antes de la elección de Navarro en diciembre de 2011, se declaró en el consejo nacional dispuesto a "lo que haga falta" para servir al PSC, cuyos militantes votarán el 13 de julio al secretario general y después, el 19, se celebrará el congreso extraordinario de ratificación.

A diferencia de Iceta, Rubalcaba ha tenido responsabilidades de Gobierno hasta alcanzar la vicepresidencia. Pero su trabajo más brillante siempre lo ha hecho entre las bambalinas. El error de Rubalcaba fue que, pese a sus cualidades, llegó tarde a la secretaría general del PSOE y ha sido incapaz de devolver al partido la credibilidad perdida. Ese es el mismo peligro que acecha a la candidatura de Iceta.

Este post ha sido publicado originalmente en Zoomnews.es