Hay partido

La encuesta del CEO ha excitado al personal. Los hay que han visto defectos de forma y han confrontado las 1.100 preguntas telefónicas con los casi dos millones y medio de personas que expresaron su opinión el 9-N. Y hay quienes han lanzado las campanas al vuelo y han presentado el acta de defunción del soberanismo, con una alegría y un convencimiento que no demostraban cuando las encuestas no les eran tan favorables.

En cualquier caso, y si admitimos que la prospección del CEO es creíble, hay un dato imperturbable y, este sí, definitivo, concluyente: este es un país en el que la mitad de la población quiere permanecer en el estatus actual y la otra mitad quiere cambiar para convertir el país en un Estado independiente. Poca broma. Además, hay dos tercios de los ciudadanos que desean abandonar el concepto de comunidad autónoma para convertirlo, como mínimo, en una organización soberana que o bien se integra en un Estado federal o bien anda por su cuenta sin referencias españolas. En cualquier parte del mundo, esto sería visto como un problema de primer orden que solo tiene una solución: preguntar de verdad y sin dilaciones. Este es el resumen más espectacular de una encuesta que quizá no satisface el deseo eufórico de unos pero que tampoco certifica, ni mucho menos, la muerte por inanición que desearían los demás. Solo anuncia que hay un partido en juego y que, más temprano que tarde, este partido se debe jugar. Con garantías democráticas.