EDITORIAL

Un gran campeón y un mal perdedor

Lorenzo es un justo ganador del Mundial de MotoGP por mucho que Rossi se empeñe en ensuciar a Márquez

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Con una victoria en la que encabezó la carrera de principio a fin después de marcar una pole estratosférica en los entrenamientos previos, Jorge Lorenzo se coronó ayer como nuevo y merecido campeón de MotoGP. Merecido porque a lo largo de toda la temporada (y eso es lo que establece el título de campeón del mundo) Valentino Rossi, el subcampeón, solo lo ha superado en el cómputo total de podios. En todo los demás, Lorenzo ha sido mejor, incluido el hecho de que ha sido capaz de remontar un Mundial que no hace mucho parecía que se encaminaba a las vitrinas de Rossi.

Resulta intolerable argumentar que Lorenzo es un campeón del mundo manchado por una supuesta actitud antideportiva de Marc Márquez, como hizo Rossi inmediatamente después de bajarse de la moto. Con su acusación de que Márquez no compitió en buena lid sino que fue un escudero del balear, en línea con el ataque que lanzó contra el campeón de Cervera en el gran premio de Malasia y que acabó con esa vergonzosa y vergonzante patada en plena carrera del italiano contra el catalán, Rossi falta al respeto de una forma inadmisible a Márquez. La actitud de Rossi -más que un campeón, un mito del motociclismo- solo se entiende (que no se justifica) desde el resquemor que da haber perdido la oportunidad de lograr el décimo título mundial con el que coronar una carrera de leyenda. Un campeón lo es dentro y fuera del circuito, y la falta de respeto que Rossi ha demostrado hacia Márquez pero también hacia el campeón Lorenzo es indigna y ensucia su mito. Un mal perdedor no puede ser un gran ganador.

La polémica no debe ocultar el hecho de que Lorenzo ya es por méritos propios uno de los grandes de la historia del motociclismo, con sus cinco cetros mundiales, tres de ellos en la categoría reina. Ni tampoco que ese podio de ayer en Cheste (Lorenzo, Márquez y Dani Pedrosa, que ha acabado a un gran nivel una temporada difícil para él) es la muestra del gran nivel competitivo del motociclismo español. A lo suyo, con la tenacidad del campeón, sin dejarse arrastrar por la locura con la que Rossi ha ensuciado la recta final del campeonato, Lorenzo ha hablado donde hay que hacerlo, en el circuito y encima de su moto. Allí, ha hecho lo que hay que hacer para alzarse con la victoria: ser más veloz que sus adversarios.