OPINIÓN

¿El fin de la clase media?

Inquieta el desierto que hay entre los nobles y los pobres de la plantilla azulgrana

ERNEST FOLCH

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Desde hace años, sociólogos de todo el mundo especulan con una hipótesis cada vez más probada empíricamente: la clase media está desapareciendo. Entre una aristocracia cada vez más enriquecida y una clase baja cada vez más pobre se agiganta entre medias un desierto en el que cada vez hay menos gente con capacidad para generar riqueza y aportar ganancias sustanciosas para todo el colectivo. A todas las disciplinas que se ocupan del Barça quizá habrá que añadir ahora la sociología, puesto que el equipo empieza a dar síntomas también de sufrir, como le sucede a la humanidad, una crisis notoria de masa crítica en su clase media.

La carga de partidos obligó ayer a Luis Enrique a aplicar su habitual plan de rotaciones, partidario el entrenador una vez más de aplicarlas todas de golpe, y la verdad es que el plan tuvo el premio del marcador pero el castigo de un juego plano y algo anodino. Y es que el Camp Nou se convirtió ayer en un improvisado laboratorio donde la ausencia de Luis Suárez era cubierta por unos irrelevantes Sandro Munir, que volvieron a desaprovechar otra oportunidad, y un Iniesta en su mejor estado de forma de los últimos tiempos era reemplazado por el doble pivote Rakitic-Busquets, tan espeso como previsible.

NADIE SE REIVINDICA

Una vez más, el partido estuvo en el aire justo el tiempo en que el aristócrata más rico del reino, Leo Messi, tardó en decidir que todo había terminado. El máximo representante de la clase alta azulgrana se puso unos exquisitos guantes de seda y tomó la resolución de repartir balones como quien reparte canapés de lujo, y así llegó el exquisito gol de Marc Bartra, que rompió el partido con un talento más propio de un delantero que de un defensa.

Era un día ideal para reivindicar la clase media del Barça, pero sirvió para poca más que para reiterar lo angustiante que sería una eventual ausencia de Messi. Sin Iniesta, todo lo que se genera en el medio campo es más lento y previsible, y sin Suárez el tridente se convirtió en una sociedad bicéfala de Messi Neymar que se dedicaron a buscarse de manera exageradamente clasista, como solo pueden hacerlo los aristócratas.

Es posible que el entorno del Barça se entretenga en los próximos días en típicos debates como el estado de forma de Ter Stegen y la particular relación que Messi mantiene con los penaltis, una extraña asignatura pendiente. Pero en realidad el partido de ayer deja interrogantes inquietantes que tienen que ver con una clase media que no termina de crecer en el desierto que hay entre los nobles y los pobres. Y ya se sabe que sin clase media la travesía puede ser mucho más peligrosa.