Al contrataque

El burladero

La demoscopia ya recoge el tsunami que se ha ido gestando a base de hartazgo, paro, corrupción y debacle institucional

MANEL FUENTES

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Es fascinante comprobar como la mentira es una herramienta común en nuestro funcionamiento político. Y lo que es peor es que resulta útil. Ante nuestra falta de exigencia y comprobación de casi todo, la mentira es el camino más rápido para encaramarnos a sueños imposibles y poner en jaque a aquellos que nos presentan la aburrida y poco sexy realidad.

Gobernando Zapatero nos estalló la crisis y aunque el presidente sabía que el sistema financiero hacía aguas, quiso mantener el discurso de que nuestros bancos eran de Champions League. El PP en la oposición dijo que con votarles acabarían con la crisis, cuando conocían perfectamente los números del Estado y sobre todo de la mayoría de las autonomías, que las gobernaban ellos.

La situación era tan extrema (y lo sigue siendo), que con una deuda desbocada PP y PSOE tuvieron que cambiar la Constitución para que los que nos mantenían con respiración asistida siguieran dándonos oxígeno, asegurando que nuestro dinero serviría antes que nada para pagar a los acreedores. Sin que ni PP ni PSOE tuvieran la decencia de explicarnos que estábamos en quiebra. En vez de eso, ambos sacaron pecho y se felicitaron por lo bien que comandaron el país. El caso es que ahora la demoscopia ya recoge el tsunami que se ha ido gestando a base de hartazgo, de paro, de corrupción indisimulada e inmoral y de debacle institucional. Los cambios que vienen parecen de calado. Implosión del sistema tradicional de partidos en Catalunya con el derecho a secesión (o su contrario) como eje central de la mayoría y el ascenso imparable de Podemos en el conjunto del Estado. Y los políticos se vuelven a mover por la línea de la verdad y de la mentira según si tienen opciones de salir elegidos.

Podemos matiza

A la que Podemos se ha visto aupado por las encuestas ha empezado a matizar sus promesas por irrealizables. Lo de impagar la deuda se ha quedado en intentar reestructurarla y lo de la renta mínima universal necesitará de alguna clarificación.Celebro esos cambios en el discurso que se ajustan más a la realidad que la ilusión tramposa de una promesa incumplible. Pero ahora es el PSOE de Sánchez el que quiere cambiar lo acordado con el PP para que nuestros acreedores cobren los primeros. ¿Es de verdad una promesa cumplible o es que Sánchez sabe que como para cambiar de nuevo la Constitución necesita al PP, y eso no se va a dar, busca votos gratis? Hasta hoy hemos funcionado con zanahorias sin base, promesas vacías, incumplibles o impagables. Nos mueve el décimo de lotería, los Reyes Magos, el golpe de suerte, pero ahora que sabemos que hasta los padres de la patria mentían, ojalá iniciemos una época donde se premie la honestidad aunque venga de la mano de una durísima realidad a la que por una vez queramos mirar de frente.