Duran Lleida: se necesita estadista

"La persona más cercana a lo que entendemos por ser 'un estadista' fue, sin duda, Duran Lleida"

El líder de Unió, Josep Antoni Duran Lleida, ayer en el Congreso de los Diputados.

El líder de Unió, Josep Antoni Duran Lleida, ayer en el Congreso de los Diputados.

JOAN FERRAN

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Josep Antoni Duran Lleida se ha convertido en la mayor Celestina que ha parido la política española de los últimos 25 años. Lo digo con respeto y sin doble intención. Dejando de lado consideraciones de estética personal, y carácter, hay que reconocer que el dirigente democristiano es uno de los hombres que mejor se ha movido entre bastidores. Tiene fama de mediador, de mensajero de los dioses, de pactista y persona de 'seny' cuando otros lo pierden.

No sé en nombre de quién ha interpelado parlamentariamente al presidente Mariano Rajoy. Lo escuché con atención mientras hablaba desde su escaño del Congreso de los Diputados. Su puesto y su tono me llamaron la atención. Pronunció sus palabras con afectación, con una dosis de suficiente trascendencia pero sin caer en la exageración. Confieso que no tengo claro si el orador que veía por la pequeña pantalla de la tele era el portavoz parlamentario de CiU, el líder de Unió Democràtica o un hombre solo agobiado por las circunstancias que vive el país. Sinceramente, no lo sé. La capacidad del personaje en cuestión para hacer todos los papeles del 'auca' es suficientemente conocida. Tanto es así que uno de los diarios más duros de la caverna mediática llevaba en portada un montón de fotografías de Duran Lleida cada una de ellas con un subtítulo diferente: federalista , independentista , españolista... Pero hoy la adaptabilidad al medio no es el tema que nos ocupa.

Ya hace tiempo que determinados sectores activos e influyentes de la sociedad catalana y española están reclamando que alguien haga Política con mayúsculas de una puñetera vez. Hoy lo reclaman un montón de editoriales y columnas de articulistas de diferentes tendencias y colores. En las tertulias, los opinadores no paran de pedirlo por activa y por pasiva. En las cartas al director se hace eco y en la red también. Los ciudadanos quieren que alguien mueva ficha. La atmósfera comienza a enrarecerse y hay gente que la encuentra asfixiante, al menos de una monotonía empobrecedora.

Y, para rematarlo, una serie de pequeños incidentes que se añaden a la fiesta para completar el panorama. Aquí no ayudan las palabras de Albert Pla, la censura de la foto torera ni las sandeces del señor Losantos. Todo esto sobra porque la olla no para de hervir y al final nos haremos daño.

Pues bien, desde mi profunda y tradicional discrepancia política con Duran quiero afirmar --aunque solo sea en esta ocasión-- que el enfoque de la educada pregunta con reflexión que dirigió Duran a Rajoy pasará a los anales de la historia. Fue de antología. Sirvió para reclamar y reivindicar el noble nombre de la política y su capacidad para resolver problemas. Sirvió para poner en evidencia el pernicioso inmovilismo hierático que gasta don Mariano y su incapacidad de respuesta. Sirvió para demostrar que aún queda gente sensata en el Congreso capaz de destilar buena política. La habilidad de Duran radicó en ser capaz de alertar de las consecuencias sin amenazar, de reclamar reflexión sin despertar a los monstruos dormidos. La pregunta de Duran fue doblemente valiente porque señalaba problemas reales y, a la vez, explicitaba su posicionamiento y criterio personal.

Insisto, desde la discrepancia política que me separa del líder de Unió, debo afirmar sin rodeos que la persona más cercana a lo que entendemos por ser 'un estadista' fue, sin duda, Duran Lleida. Y ustedes se preguntarán : ¿Y los demás?... "No saben, no contestan". En este país, amigos, quizá sobran agitadores y faltan estadistas.