LA CLAVE

Mi diálogo, tu trágala

El Gobierno no pretende complacer al independentismo, sino privarlo de argumentos y seducir a la Catalunya alérgica a las unilateralidades

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ENRIC HERNÀNDEZ

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El vocablo castellano 'trágala' sintetiza como ningún otro la genética incompatibilidad de la política española con el concepto mismo de diálogo. De hecho, tiene su origen en las lacerantes cancioncillas que liberales y absolutistas se dedicaban en el siglo XIX: "Trágala, trágala, tú, servilón, tú que no quieres Constitución", cantaban los defensores de 'la Pepa'. "Trágala o muere, tú, liberal, tú que no quieres Corona real", respondían los partidarios del rey Fernando VII. Y, justo después del 'trágala', desenfundaban las navajas. 

Esta semana, el desembarco de Soraya Sáenz de Santamaría en BarcelonaSoraya Sáenz de Santamaría se ha presentado como la avanzadilla de la 'Operación Diálogo' urdida por el Gobierno para desarbolar el proceso soberanista. Una operación que, más que complacer al independentismo, pretende debilitarlo combatiendo su victimismo y tejer complicidades con la Catalunya alérgica a rupturas y unilateralidades. 

Es pues juicioso el escepticismo de la Generalitat, que recela de unos cantos de sirena en cuyas estrofas no aparece ningún referéndum pactado, aún menos la independencia negociada. Eso no es diálogo sino un trágala, refunfuñan quienes, de igual modo, juzgan innegociables sus demandas. 

Cierto: desde la Diada independentista del 2012, Generalitat y Gobierno no han hecho otra cosa que camuflar sus pretendidas imposiciones bajo cosméticas ofertas de diálogo. Le dijo Artur Mas Mariano Rajoy: o pacto fiscal o doy rienda suelta al independentismo. Le replicó este: hablemos de todo, salvo del pacto fiscal. Se revolvió Mas: o me das el referéndum o me lo tomo. Se enrocó Rajoy: dialoguemos, pero la soberanía no se toca. Lo mío es diálogo; lo tuyo, un trágala. Y así todo. 

EN BENEFICIO DE TODOS

No pueden esperar Carles Puigdemont Oriol Junqueras que un partido español reconozca por las buenas el derecho de autodeterminación de los catalanes. Ni debería soñar Rajoy con que el independentismo ceje en su empeño. El reto, el deber de todos ellos es entender las razones del otro y hallar entendimientos que vayan en beneficio de todos los catalanes, piensen como piensen. Sin renuncias ni humillaciones. Con diálogo y sin trágalas.