La rueda

El ATC en Ascó, ¿por qué no?

JOAQUIM COLL

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En elDominicalde EL PERIÓDICO de hace dos semanas leíamos la entrevista aJames Lovelock, padre de la ecología moderna, con motivo de la publicación en castellano de su último libro,La Tierra se agota.Este profeta del cambio climático sigue siendo tremendamente apocalíptico sobre el futuro de la humanidad en este siglo, pero no tiene reparos en reconocer dos cosas. Primero, que para conseguir que los países sean autosuficientes en energía es imposible renunciar a la fuente nuclear como motor de un hipotético «bote salvavidas». Y segundo, que los residuos nucleares bien gestionados no constituyen un peligro serio. Él mismo y su mujer han vivido 25 años cerca del cementerio nuclear de La Hague (Normandía). Pues bien, por almacenar allí mismo los residuos radiactivos de Vandellòs-1 estamos pagando dos millones de euros cada mes. Mientras tanto, sigue aplazándose la decisión sobre dónde construir el almacén temporal centralizado (ATC) de los residuos nucleares generados en España. La negativa de las comunidades autónomas candidatas, rendidas ante el rechazo popular que suscita la palabra nuclear, lo hace muy complicado.

Una de las opciones técnicamente más solventes es situarlo en la Ribera d'Ebre, donde los alcaldes de la comarca no ven inconveniente alguno, sino todo lo contrario, dadas las cuantiosas inversiones y la creación de puestos de trabajo. También parece la opción preferida del ministroMiguel Sebastián.Pero en este tema la política catalana está mostrando su mirada más cortoplacista, de la que nadie sale indemne. Hace un año,José Montillano tuvo el coraje de decir lo que pensaba y de apoyar la decisión del alcalde de Ascó ante el riesgo de romper con sus socios de gobierno, radicalmente contrarios al ATC. Y ahoraArtur Masno es capaz de despegarse de su oposición inicial al proyecto, tanto por debilidad parlamentaria como por temor a un castigo electoral en el sur de Catalunya. Para superar esta mirada tan estrecha, urge un pacto entre CiU y PSC que ponga fin a una negativa políticamente irresponsable e incapaz de responder seriamente a la pregunta: en Ascó, ¿por qué no?