155 monedas

Concretamente, 155 monedas de plata. Este fue el tuit que Rufián escribió cuando se supo que Puigdemont había decidido convocar elecciones. Aunque el diputado en el Congreso de ERC -¿o quizá ya ha presentado la dimisión?-  matizó más tarde que el símil con las 30 monedas de plata con las que Judas vendió a Jesús no estaba dirigido a Puigdemont, sino al Gobierno central, cuesta creerlo. Más aún cuando el entonces president había comunicado a sus filas que, a través de la mediación del lendakari Urkullulendakari Urkullu, había llegado a un acuerdo y detenía la DUI.

Si su determinación no se hubiera quebrado, hoy estaríamos convocados a las urnas por el president y nos hubiéramos ahorrado una de las situaciones surrealistas (y sí, también bochornosas) de la historia de Catalunya. ¿Qué sucedió para que Puigdemont se echara atrás? Pasó, básicamente, un clamor que le acusaba de traición. Rufián fue el más ingenioso, ¿cómo no? Qué gran charlatán ha perdido el Club de la comedia. Pero a su intención se sumaron la CUP, la ANC y miembros de Junts pel Sí. 

¿Cuánto de insensatez y de bravuconería ha habido en el procés? ¿Cómo una maquinaria tan potente, capaz de monopolizar la política durante cinco años, nos ha llevado directamente a la nada? ¿Ese era el plan? ¿Empobrecernos, dividirnos, angustiarnos y robarnos las energías en una partida de póquer sin ningún as en la manga? ¿Buscamos dónde están las monedas de plata?