LA CUENTA ATRÁS DEL FESTIVAL

La música de los elementos

Sónar y Cosmocaixa exploran el sonido de la meteorología en una exposición

Una imagen del trabajo de Chris Watson 'Antarctica-The ice sea border', que se puede ver en Cosmocaixa.

Una imagen del trabajo de Chris Watson 'Antarctica-The ice sea border', que se puede ver en Cosmocaixa.

JUAN MANUEL FREIRE
BARCELONA

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Por cuarto año consecutivo, Sónar y Cosmocaixa alían fuerzas para explorar las relaciones entre ciencia y música electrónica experimental. Si el año pasado el tema central era el canto de los pájaros, en esta ocasión el eje son los fenómenos meteorológicos. Su influencia sobre nuestra vida es directa e ineludible y, como no podía ser de otro modo, son múltiples los compositores y artistas sonoros que los han tomado como punto de partida para alguna clase de búsqueda. Como explicó ayer Guillermo Santamaría, coordinador del proyecto, «científicos y artistas coinciden en el objetivo de buscar respuestas».

La muestra METEOlab: Los sonidos de la meteorología en Cosmocaixa, que se abrió el 5 de junio y seguirá abierta pasado el Sónar, hasta el 6 de julio, es ante todo una exhibición de investigaciones sonoras; más una experiencia auditiva o sensorial que visual. El comisario Arnau Horta ha contado para la aventura con tres artistas tan destacados como Chris Watson, Thomas Köner y Biosphere, quienes han investigado algún aspecto de la meteorología.

Chris Watson es un grabador de sonido especializado en historia natural. Ha trabajado en documentales de David Attenborough y guarda una notable discografía de grabaciones de campo. Para METEOlab ha confeccionado un colaje sonoro (Antarctica-The ice sea border) a partir de sonidos recogidos en el deshielo de la Antártida: una sinfonía de goteos, erupciones acuáticas y exclamaciones animales que puede disfrutarse en sonido cuadrafónico en el Planetario.

Antes de llegar ahí debe uno pasar por la Rampa Espiral del museo, donde está localizada la instalación sonora Tower of winds de Thomas Köner. Creada especialmente para el programa, aprovecha la arquitectura de la rampa para situar al visitante en el ojo de un envolvente huracán sonoro. Cuesta discernir de dónde viene el sonido y el efecto es fascinante.

El mismo Köner presenta dos piezas de videoarte en la sala Alfa: obras sobre la transformación del paisaje y, en última instancia, el paso del tiempo, presentado, según Hortam como «una experiencia sensorial». Uno de ellos es Nuuk, retrato estático- al menos en apariencia: hay que mirar y escuchar más de cerca- de la capital de Groenlandia. El otro se llama Banlieue du vide y se apropia de las imágenes de una carretera nevada y vacía capturadas por una cámara de vigilancia. Mirar por unos minutos es asomarse al avance inexorable del tiempo.

Por su parte, Biosphere (alias del noruego Geir Jenssen) es el responsable de una segunda grabación cuadrafónica, The churning of the milky ocean, también disfrutable en el Planetario. Su trabajo recoge (con inferencias sintéticas propias del ambient) el crecimiento del lago Tonlé Sap (Camboya) durante la época de lluvias, debido al aumento del caudal del río Mekong. Inmersión de vanguardia.