ADIÓS A UN INFLUYENTE AUTOR EUROPEO

Muere Tomas Tranströmer, artesano de la poesía

El escritor sueco, que obtuvo el premio Nobel en el 2011, tenía 83 años

Tomas Tranströmer recibe el Nobel de manos del rey Carlos Gustavo de Suecia, en diciembre del  2011.

Tomas Tranströmer recibe el Nobel de manos del rey Carlos Gustavo de Suecia, en diciembre del 2011.

ANNA ABELLA / BARCELONA

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Como un «hombre extremadamente sencillo, de pocas palabras, de risa fácil, conocedor de la vida y de muchas regiones del mundo, respetuoso de todas las culturas y posturas. Ejerce la poesía con orgullo pero sin ostentación alguna, sin complejos ni culpas y también sin exigir privilegios. Como artesano fino». Así definió a Tomas Tranströmer (Estocolmo, 1931) el poeta uruguayo Roberto Mascaró, traductor al castellano de su obra en las ediciones de Nórdica. El bardo sueco, ganador del premio Nobel de Literatura 2011 y autor de versos como «Ahora está el sol bajo. / Nuestras sombras, gigantes. / Pronto, todo será sombra», ha fallecido el pasado jueves. Tenía 83 años.

En 1990 Tranströmer sufrió un derrame cerebral que le paralizó la mitad del cuerpo y le provocó una afasia que le dejó sin la capacidad de hablar, un episodio que años antes, en 1974, describía en los premonitorios versos de Bálticos: «Entonces llega el derrame cerebral: parálisis en el lado derecho / con afasia, solo comprende frases cortas, dice palabras / inadecuadas». La hemiplejia sin embargo, no le mermó la capacidad creativa, que desde entonces le ayudó a plasmar su esposa, Monica Bladh, a la que conoció en 1957 y que le dio dos hijas, Emma y Paula.

Aunque no fuera un autor muy conocido fuera de los círculos de la poesía, Tranströmer era considerado uno de los poetas más influyentes de Europa, con una obra traducida a más de 50 idiomas y con prestigiosos galardones en su currículo, como el Bonnier, el Neustadt o el Petrarch de Alemania. Según los miembros de la Academia sueca que le concedieron el Nobel, y que destacaron su uso de la metáfora y su riguroso virtuosismo, era un gran creador de imágenes, «densas y límpidas», que «nos ofrecen un acceso fresco a la realidad». Niño sensible y solitario, hijo de una maestra de escuela y de un periodista que abandonó a la familia cuando el pequeño tenía tres años, Tranströmer desarrolló versos profundamente humanistas, con referencias a la naturaleza y la vida cotidiana.

Además del mejor poeta sueco vivo, licenciado en Historia de la Literatura, Psicología e Historia de las Religiones por la Universidad de Estocolmo, el autor era también traductor, músico -gran amante del piano, que tras la hemiplejia logró volver a tocarlo solo con la mano izquierda- y ejerció de psicólogo en instituciones penitenciarias y hospitales de su país, en los que ayudaba a jóvenes delincuentes a menudo víctimas de traumas invalidantes. Era esta una vocación que nació de un episodio que le cambió la vida, cuando con 15 años, un ataque de epilepsia que no se repitió le hizo sentir como «un juguete mecánico al que se da cuerda, que se sacudía y pataleaba indefenso».

Obra en castellano

Aunque editoriales como Visor e Hiperión han publicado a Tranströmer en España, ha sido la editorial Nórdica la que en los últimos tiempos ha ofrecido una completa bibliografía del nobel sueco, con títulos como Visión de la memoria (su autobiografía), el fundamental El cielo a medio hacer (una antología que recorre su trayectoria desde su primer libro, 17 poemas, que publicó a los 23 años, hasta 29 haikus, del 2003, un volumen que incluye el texto autobiográfico sobre su infancia y adolescencia Visión de la memoria), Deshielo a mediodía y Air mail (sus cartas con Robert Bly, poeta y director de la revista estadounidense The Sixties). Su obra habló por él: «Mi ropa irradia / un resplandor azul. / Solsticio de invierno. / Tintineantes panderetas de hielo. / Cierro los ojos. / Hay un mundo sordo, / hay una grieta / por la que los muertos / traspasan la frontera».