La colección del MNAC crece y sale de paseo

Las donaciones de particulares engrosan los fondos del Palau Nacional, que cada vez cede más obras prestadas a exposiciones internacionales

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Natàlia Farré

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En el 2015 Antonio Gallardo donó 20 obras al MNAC; la mitad, de manera altruista, y el resto fueron una dación en pago. No fue un ingreso cualquiera sino que la entrada de estas piezas supuso "un punto de inflexión importante", afirma Pepe Serra, director del museo. Este "antes y después" de la donación no solo lo marcó la envergadura de las obras, que cambiaron la colección medieval, sino que el regalo de Gallardo actuó también como un efecto llamada. Vamos, que después de ese ingreso muchos han sido los coleccionistas que se han dirigido al MNAC para depositar, ceder o regalar fondos. Hasta el punto que, afirma Serra, se ha tenido que decir que no a algunas proposiciones por la "falta de capacidad para acogerlas correctamente, sobre todo las obras de la segunda mitad del siglo XX".

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Este no ha sido el caso de 'La mujer impúdica', un óleo surrealista de primer nivel de Àngel Planell, donado al museo por Maria Rosa Fernández Palau en memoria de su marido, Jaume Cassañes, junto con, entre otros, un delicioso óleo de la también surrealista Remedios Varo. O de las 15 obras de Joan Ponç, Ramon Calsina, Antoni Clavé... que el museo ha seleccionado del legado de Manuel Maria Bosch i Puig. El coleccionista murió en el 2015 dejando por escrito que el MNAC podía escoger todo aquello que le interesara de su colección. Y así se hizo. Ha habido más regalos, como el de Rosa Maria Trinxet: un trozo de vidriera de Joaquim Mir que decoraba la desaparecida casa que llevaba el nombre de la familia y que levantó Josep Puig i Cadafalch. Y también compras por parte de la Generalitat: como la fantástica copia que hizo Fortuny del retrato de ‘Inocencio X’ de Velázquez durante su etapa romana o el imprescindible 'El balcó' de Ràfols-Casamada de 1947. La lista de obras ingresadas en el MNAC durante los dos últimos años llega a las 314.

CINCO AÑOS MÁS DE DIRECTOR

Cifra que indica que el balance del trabajo hecho durante los cinco últimos años es "positivo" porque se ha conseguido "el reposicionamiento del museo", a juicio de Pepe Serra, cuyo mandato, de un lustro, al frente del Palau Nacional acabó el pasado febrero. Pero que, como preveía el concurso, todo indica que le será renovado cinco años más cuando se reúna el patronato el próximo 6 de abril. Ese despliegue del MNAC hacia fuera pero con la colección, "que es lo que da sentido al museo", en el centro de todo es lo que ha permitido la entrada de nuevas piezas, pero también la salida de otras muchas. Hasta 566 han ido prestadas a exposiciones nacionales e internacionales. Así, por ejemplo, en la muestra dedicada a Velázquez del Grand Palais de París se expuso el 'San Pablo' del sevillano que custodia el Palau Nacional y en la muestra de simbolismo europeo celebrada en Milán se pudo ver el óleo 'El sueño' de Joan Brull.

Con todo, lo mejor no son los préstamos sino los depósitos hechos por el MNAC a otros museos de Catalunya. Obras que estaban en las reservas de Montjuïc y que ahora se exponen: como los 20 'viladomats' que se entregaron al Museu de Manresa o las cinco tablas góticas de Pere Garcia de Benavarri depositadas recientemente en el Museu de Lleida. "La colección es publica y si es publica es de todo el mundo por lo tanto hemos de hacer lo posible para facilitar la circulación", apunta Serra. De manera que con el despliegue del centro hacia fuera consolidado, una situación más estable, unos presupuestos menos restrictivos y con una programación que llega hasta el 2019, el museo se permite encarar el próximo lustro con una mirada más interna. Ello significa hacer la colección mucho más accesible, también virtualmente, y centrarse en la relación con los públicos.

DOS GRANDES APUESTAS EN EL TINTERO

En el tintero, pero, quedan dos de las grandes apuestas que marcaron el inicio del mandato de Serra: el crecimiento físico del museo hacia los pabellones de la Fira y la urbanización de Montjuïc para acercar el Palau Nacional a la ciudad. Dos cosas que el director no da por perdidas pero que las contempla a más largo plazo. La propuesta es un acuerdo con las administraciones para definir cómo debe ser el MNAC en el 2029: "Si ya se debe haber hecho la ampliación, bajado las salas de exposición a los pabellones de la Fira, alargado la colección hasta 1975, y arreglado la accesibilidad física y urbanística de la zona", aclara Serra. ¿Un ejemplo de los problemas que provoca esto último? Durante el Salón del Automóvil el acceso al Palau Nacional queda casi cortado y las visitas a la pinacoteca caen en picado. En la última edición, la Fira compensó económicamente al museo, pero lo suyo sería arreglarlo. Tienen 12 años por delante para conseguirlo.