Estreno: 21 de marzo

El Gran Hotel Budapest Wes Anderson Un filme imaginativo, delicioso e inabarcable

El Gran Hotel Budapest Wes Anderson  Un filme imaginativo, delicioso e inabarcable_MEDIA_2

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POR QUIM CASAS

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No sabría decir si es la mejor o más original película de Wes Anderson, pero  si que El Gran Hotel Budapest me parece un filme que contiene todos los Anderson posibles en uno; el mejor curso iniciático para profanos en la obra de este dandi artesanal del nuevo cine americano, un autor en plena forma que no necesita reinventarse sino, simplemente, dar más y más de su estilo inimitable en busca de la extrema perfección.

Este cuento dentro de un cuento que pertenece a otro cuento que, a su vez, está dentro de otro relato, es absorbente en sus muchas ideas visuales y encuentra el mejor decorado posible en un hotel otrora brillante (en los años 30) y después decadente (a finales de los 60). La acción transcurre en un país centroeuropeo imaginario y se cita a Stefan Zweig, con lo que esa Europa irreal que también dibujó Ernst Lubitsch en sus operetas se da la mano con la Europa real y vienesa del autor de Carta de una desconocida.

Magníficos referentes, sin duda, pero el director de Life aquatic tampoco los necesita. Su desbordante imaginación, fruto de un concepto artesanal y una respuesta digital, nos traslada por lujosas estancias, callejuelas, ferrocarriles y teleféricos; enfrenta malvados de risa como el que encarna Willem Dafoe con la pareja más curiosa del cine de Anderson, la formada por un legendario conserje y su joven protegido. La secuencia de la fuga de la prisión es muy divertida, como el cameo de Harvey Keitel, y la belleza del filme trasciende el artificio en el que se basa para proponer una mirada cinematográfica única e intransferible.