El festival de músicas avanzadas

¿Existe Lana del Rey?

La hierática cantante desvela hoy el misterio de su éxito

La cantante Lana del Rey, en una imagen promocional.

La cantante Lana del Rey, en una imagen promocional.

N. C.
BARCELONA

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Ni Madonna ni Bruce Springsteen. El concierto que más ríos de tinta ha hecho correr en el 2012 ha sido el de Tupac Shakur en el festival Coachella. Y por sobrados motivos: el rapero neoyorquino murió en Las Vegas hace 16 años. Sí, lo que el público vio aquella noche fue un fibrado holograma escupiendo rimas a imagen y semejanza del molde de carne y hueso.

¿Qué tiene que ver esto con Lana del Rey? Bastante. Su directo es la antítesis del de Tupac Shakur. Ella existe, pero más que una cantante es una ilusión, una sensación, un recuerdo vago, un estímulo sensorial que nos lleva a una época que nunca vivimos o vivimos a través del cine. Lana del Rey es la protagonista de una película que nadie ha rodado. Una estrella de cine sin filmografía. Una eterna chica de castings que podríamos haber encontrado en una cuneta de Mulholland Drive. La reencarnación de Kim Basinger en L.A. Confidenctial; que, a su vez, era la reencarnación de cualquier rubia lánguida y magnética del cine negro de los 50.

Lana del Rey es lo contrario de un holograma: un espejismo de carne y hueso. Y un espejismo insólito. En una época en que las popstars deben bailar de forma compulsiva, ella es como una estatua de cera. En una época en que todos los productos de consumo musical están dirigidos al público juvenil, ella nace como icono sexual para varones adultos.

Su aspecto de joven en busca de la serenidad emocional y económica que sólo puede aportar un hombre de cierta edad quedó meridianamente expuesto en Video games. En su primer single de éxito se presentó como una chica enamorada de un joven de su edad que prefiere pasar las tardes jugando con la consola. La de sueños que desataría en los varones yanquis de más de 45 años. ¡EraAmerican beauty en cuatro minutos y medio!

RETO NO SUPERADO / El resto de Born to die (2012) se mueve entre las orquestaciones que predisponen al flashback cinematográfico-emocional y algunos ritmos contenidos y vaporosos (en la línea del trip-hop de Massive Attack) sobre los que la chica canta y hasta recita con escasa convicción. El reto de Born to die era armar un producto que no asustase al público adulto, pero que tampoco aburriese a su generación. Y, bueno, no lo ha superado.

Lana del Rey se presenta hoy en el Sónar. Es su primera actuación en España y nadie puede asegurar que no sea la última. Le precede una serie de apariciones televisivas a cual más anémica, estética y desafinada. Pero, en contra de lo que muchos puedan pensar, su presencia en el festival de músicas avanzadas no está tan fuera de lugar. Lana del Rey consuma la idea según la cual la música es un vehículo ideal para evocar sensaciones. La gran vuelta de tuerca es que esta vez la sensación es el punto de partida a partir del cual se ha construido una cantante, una imagen y un repertorio.

Cuando Lana del Rey aparezca hoy en el SonarPub (23.45 horas), la incógnita seguirá en el aire. ¿Existe Lana del Rey? ¿Es real? Difícilmente desatará la histeria porque su estampa invita a la contemplación estática. Tal vez algún espectador alterado quiera acercarse a ella y tocarla. Que lo detengan. Si acerca su mano a la cobriza cabellera de la cantante y resulta que Lana del Rey es otro holograma nos llevaremos una inmensa decepción.