CRÓNICA
Blonde Redhead, versatilidad y elegancia
El veterano grupo de Nueva York exhibió su variada gama de habilidades en un directo pletórico en Razzmatazz 2
Juan Manuel Freire
Periodista
Periodista y crítico cultural.
JUAN MANUEL FREIRE / BARCELONA
Según información prestada por el grupo durante su entrevista con 'El Periódico', Blonde Redhead no actuaban en una sala de Barcelona desde que en 1998 pasaron por la difunta Garatge Club. Quizá tenían miedo a las instalaciones de esta ciudad: de aquel concierto de hace casi dos décadas recuerdan, sobre todo, cómo Amedeo Pace (voz, guitarra) recibía descargas eléctricas en la boca cada vez que se acercaba al micro.
El regreso del grupo de culto a nuestras salas (también se les vio en el 2007 en el Primavera Sound) tenía algo de pequeño acontecimiento y su parroquia de fans casi colapsó Razzmatazz 2 la noche del sábado. En esta ocasión, las descargas eléctricas las emitió el grupo desde el escenario, sacando a menudo su cara más agresiva, reconduciendo canciones minimalistas a terrenos expansivos, desarrollando otras en direcciones inesperadas.
Fue un concierto muy vivo, aunque muchos bajos y coros vinieran grabados de casa. Por las canciones, pero también por la energía constante de Amedeo y la cantante/guitarrista Kazu Makino; móviles pero siempre elegantes, son la viva definición de la 'coolness'.
Arrancaron con 'Falling man', de 'Misery is a butterfly' (2004), el clásico que desde hace un tiempo recuperan en directo con grupo de cámara. Aquí no hubo tonos orquestales, pero tampoco se echó demasiado en falta. Acto seguido, 'flash-back' brusco a 'Bipolar', de su álbum de 1997 'Fake can be just as good', rara alusión a su época más ruidista y disonante.
Tras una emotiva 'Elephant woman', el grupo se lanzó a todo un viaje 'krautrock' (el rock experimental alemán de los 70) con 'Mind to be had', del álbum 'Barragán' (2014). Si a los clásicos Neu! les hubieran gustado más las guitarras del spaghetti western, habrían sonado así.
Esta gira europea coincide con el lanzamiento del 'epé' '3 o’clock', del que sonaron tres de sus cuatro temas: 'Where your mind wants to go', el titular (una belleza) y, ya en el bis, 'Give give'. Se recomienda disfrutarlos en disco: los arreglos aportados por el grupo de cámara ACME son de una sutileza impropia de estos tiempos.
Bailando entre ánimos y estilos, el directo fue una exhibición de versatilidad. En una gloriosa toma de 'Dr. Strangeluv' elucubraron sobre un 'dreampop' con músculo. 'Dripping' empezó, como en disco, en clave de electrónica minimalista, pero se convirtió poco a poco en una inesperada bestia eléctrica. Cerca del desenlace, a la altura de 'Spring and by summer fall', jugaban contagiosamente con las guitarras angulosas del pospunk. Saben hacerlo todo como apenas nadie. Y sin sudar, sin perder del todo la compostura. Mitos vivos.
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