Bernhard Schlink: "El éxito de 'El lector' no volverá a ocurrirme"

El escritor alemán, juez retirado, sigue escribiendo por el "enorme placer de explicar historias"

El escritor alemán Bernhard Schlink, en el hotel Gallery de Barcelona.

El escritor alemán Bernhard Schlink, en el hotel Gallery de Barcelona. / JOAN PUIG

ERNEST ALÓS / BARCELONA

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En 1995, Bernhard Schlink, un profesor de Derecho Público que llegó a juez del Tribunal Constitucional del 'land' alemán de Renania del Norte-Westfalia y llevaba años combinando la toga con la escritura de novelas policiacas, encontró la tecla del éxito con 'El lector'. Aquel libro protagonizado por un adolescente y una antigua guardiana de las SS a la que le gustaba que le leyeran en voz alta y cuya adaptación cinematográfica llevó a Kate Winslet a conseguir el Oscar. Han pasado 21 años y ese éxito no se ha repetido: pero la verdad es que tampoco ha intentado repetirlo, y aún menos con el recurso de recrearse una y vez más en el mismo tema. Quizá, explica, porque ese éxito le llegó ya maduro y lo vivió "más como un regalo que como un problema" que pudiera condicionar su trayectoria como escritor. "Una éxito como ese solo llega una vez en la vida, y sé que a mí no me volverá a suceder", explica, aparentemente más liberado que resignado.

"Me resulta imposible imaginarme la vida sin contar historias y sin que me las cuenten, sin el enorme placer de escribirlas y la auténtica alegría de que gusten", ha explicado en Barcelona, donde ha presentado su última novela publicada en castellano por Anagrama, 'Mujer bajando una escalera". Contar historias es, según Schlink, jubilado como juez pero que a sus 72 años aún da clases un cuatrimestre al año en una universidad norteamericana, "una forma de conjurar la muerte", como hacen los dos protagonistas del libro al regresar a la historia que vivieron en su juventud, e imaginar cómo hubiesen sido sus vidas juntos, y una necesidad intrínseca en el ser humano, que explica el éxito actual de las series de televisión, "cada vez más largas y populares, por la necesidad de la gente de abandonarse en ellas".

UN CUADRO, UN PINTOR, UN MARIDO Y UN ABOGADO

La mujer del título que, desnuda, baja una escalera, es la modelo de un cuadro, en poder de su exmarido y pintado por un entonces aún solo prometedor pintor con el que acaba fugándose. El narrador del libro es un joven abogado que interviene en el litigio en el que se enzarzan los tres y acaba implicado personalmente. Una trama argumental que da juego a reflexionar sobre el papel del arte, las distintas visiones que diversos observadores se pueden formar de una misma persona, los recuerdos y la imaginación "como antídoto de la muerte" o el poder de "la capacidad de amar" sobre las personas.  

La faceta de jurista de Schlink no le ha influido en su escritura. Quizá solo lo haría, cree, en el caso de haber sido un juez de lo penal, "alguien que observa a los demás desde arriba, juzga y condena", situación que supone una visión del mundo especial que, como explica uno de los personajes del libro, debería hacer que "solo deberían ejercer estas funciones profesionales de más de 50 años y que hayan vivido mucho". Al contrario, apunta, cree que es su condición de escritor la que le ha influido como juez, impulsándole a escribir sentencias y ensayos "de la manera más inteligible posible", al igual que como lo intenta en sus libros.