La vaquita marina se enfrenta a su inexorable extinción

El último censo de este cetáceo endémico de México sitúa en 60 el número de ejemplares, un 40% menos que hace un año

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EL PERIÓDICO / BARCELONA

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Una especie de cetáceo de la que la mayoría de la gente apenas ha oído nunca hablar esta a medio paso de la extinción. Así son a veces las catástrofes medioambientales, silenciosas. Esta es la desgracia de la vaquita marina, menos popular aún si se cita por su nombre científico, Phocoena sinus. Es un mamífero acuático endémico de un pequeño rincón del mundo, el recodo final del Golfo de California, en México. A finales del 2014, el censo de esta rara especie de marsopa era de 97 ejemplares. A finales del 2015 se realizó un nuevo recuento. Se calcula que ya solo quedan 60. En un año ha desaparecido un 40% de la población. Es cierto que en México la supervivencia de la vaquita marina es casi una cuestión nacional. No se ha hallado remedio para evitar la extinción, pero se debate y se toman medidas. En el 2013, por ejemplo, el presidente Enrique Peña Nieto puso en marcha un plan multidisciplinar ara revertir la situación de esta especie. Pero en el resto del mundo, este animal ni siquiera ha sido presentado en sociedad, es casi un absoluto desconocido. El pobre no tiene ni nombre en inglés. Es, simplemente, 'the vaquita'.

Mide apenas 150 centímetros y pesa unos 50 kilos. Su aspecto es el de un delfín gordete. Tiene incluso esa sonrisa característica del delfín, pero con unos labios oscuros, como pintados para una fiesta de Halloween. Su principal diferencia con el delfín, sin embargo, es otra. La vaquita marina es muy discreta, casi como tímida. La vaquita marina no salta fuera del agua, no acompaña a las embarcaciones ni es sociable. Es una gran solitaria, salvo cuando está en época de cría, en la que el bebé nada al lado de la madre.

El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, en sus siglas en inglés) considera que la especie está ya más allá de lo que los biólogos consideran el cuello de botella de la extinción, es decir, que el número de ejemplares, aunque se consiguiera frenar la mortalidad, tiene una variedad genética muy reducida.

VÍCTIMA COLATERAL DE LA PESCA DE LA TOTOABA

La vaquita marina se encuentra en este crítico estado por una carambola. No es un cetáceo que se capture expresamente ni para su exhibición ni para su consumo. De hecho, es muy difícil verla en su habitat natural. Sale a respirar, como todos los mamíferos marino, pero con una discreción notable. Suele pasar la mayor parte del tiempo a más de 10 metros de profundidad, en busca de alimento, calamares preferentemente. El problema es que muere en las redes de pesca. La solución fácil para el gobierno mexicano hubiera sido, claro, prohibir esas artes en el tramo final del Golfo de California, y así lo hizo, pero los pescadores ahí echan las redes furtivamente en busca de un pez que vale su peso en oro. Es la totoaba, que se pesca porque su vejiga natatoria se consume en China con la convicción de que es un potente afrodiasíaco. Se pagan portunas por el kilo de ese producto. La totoaba está también en peligro de extinción, pero antes parece que se llevará por delante a la vaquita de mar.