Entre la espada y la pared

¿Qué camino deberá tomar la próxima administración estadounidense para hacer frente a una serie de ajustes internos que requieren atención inmediata? Reducir el volumen de deuda es uno de ellos. La Reserva Federal se encuentra entre la espada y la pared.

Entre la espada y la pared_MEDIA_2

Entre la espada y la pared_MEDIA_2

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La economía americana no se encuentra en su mejor momento, y ello no se debe a la crisis mundial, a Estado Islámico (EI), u otros factores externos, aunque estos no ayuden para nada en la recuperación. La actual situación económica de EEUU tiene su origen, en gran medida, en una serie de políticas económicas aplicadas en las últimas décadas, que se han profundizado con la administración de Barack Obama de los últimos ocho años.

¿Qué camino deberá tomar la próxima administración estadounidense para hacer frente a toda una serie de ajustes internos que requieren atención inmediata? Primero, la deuda: ¿Debe crecer vía consumo y deuda o, vía ahorro y producción? Esta última senda es la que han elegido países que han experimentado tasas de crecimiento superlativas en la última mitad de siglo XX, como Japón Alemania, tras la segunda guerra mundial, o los tigres asiáticos posteriormente.

19,7 billones de dólares no es poca cosa. Pues este es el nivel de deuda con el cual EEUU ha cerrado el año fiscal del 2016. Pero la noticia es que el incremento con respecto al año anterior es de casi 1,5 billones, o un 7,5% del producto interior bruto (PIB) americano. La deuda total del gobierno americano era de unos cinco billones de dólares en el año 2000, de poco menos de tres en 1990, y de solo un billón en 1980. En los ocho años de administración Obama la deuda ha pasado de 10,6 a 19,7 billones, o del 73% al 105% en términos del PIB. Es decir, que casi la mitad de toda la deuda de EEUU en términos absolutos es producto de los últimos ocho años, todo un récord ¿A dónde ha ido a parar todo este dinero?

Sanidad y pensiones

Visto en detalle el presupuesto del gobierno americano del 2016 estas son las partidas que se llevan la mayoría de los recursos de los contribuyentes: sanidad 28%, pensiones 25%, y defensa 21%. Cabe destacar también que el pago de intereses de la deuda federal representa un nada desdeñable 7% del presupuesto.

Por otro lado, lo que permite el funcionamiento actual de los bancos centrales y del sistema financiero es la confianza de la gente, exclusivamente. Los primeros, de manera arbitraria, imprimen dinero sin respaldo alguno, y luego lo prestan al sistema financiero y a los gobiernos para otorgar liquidez o financiar el déficit y, así, generar un clima de confianza. Las consecuencias son diversas. En primer lugar, esta inyección de liquidez ha servido para afrontar el pago de los famosos rescates ('bail-outs') del sector, creando el desincentivo para hacer las cosas bien en el futuro, lo que se conoce como riesgo moral o 'moral hazard'. Los bancos, seguros de tales rescates, tenderán a tomar más riesgos de los necesarios -con el dinero de los depositantes, por supuesto.

Además, la impresión excesiva de dinero papel genera, a la larga, inflación, una forma de impuesto que recae sobre los que menos tienen. En el caso de EEUU, esta inflación se puede exportar de alguna manera, ya que el dólar es la moneda de facto utilizada en las transacciones de comercio internacional.

Finalmente, al imprimir dinero, los bancos centrales están alterando el precio del mismo, es decir, la tasa de interés, que es lo que relaciona el presente con el futuro y, cuando es dejado al libre arbitrio del mercado, representa cuánto valoramos a uno por sobre del otro. En el caso aquí referido, sin embargo, tal mecanismo está controlado por los bancos centrales que, desde hace un par de décadas, parecen haberse comprometido con una política de tipos muy bajos, y por un periodo prolongado.

La Reserva Federal se encuentra por tanto entre la espada y la pared. O, como dirían en EEUU, 'between a rock and a hard place'. Subir los tipos de interés para corregir este desfase de tantos años implicaría entrar en recesión; por otro lado, dejarlos como están o incluso bajarlos (el caso de Europa y Japón) equivale a mirar para otro lado y trasladar el problema al futuro. Sería como querer «curar la borrachera con más alcohol».

Sin embargo, tanto autoridades como bancos lo tendrán bastante difícil para convencer a los depositantes de guardar el dinero en el banco a intereses negativos. También hay que tener en cuenta las continuas sugerencias hechas por algunos reconocidos economistas de suprimir definitivamente el dinero papel (Ken Rogoff) o al menos de suprimir gradualmente los billetes de denominaciones altas (Mario Draghi). La excusa es que esto facilitaría la lucha contra el narcotráfico, el lavado de dinero, o la financiación de actividades terroristas. La realidad es bastante distinta, ya que tales iniciativas serían consistentes con la política de tasas de interés negativas y, por tanto, facilitadoras de la continuidad del crecimiento vía deuda y consumo.

Oro y plata en lugar del dólar

El dólar, como moneda de referencia internacional y como reserva de valor, está perdiendo peso en la economía global. ¿Cuál es la alternativa? ¿La hay?

Otros gobiernos parecen no percatarse de que están siguiendo la misma política monetaria de crecimiento vía expansión monetaria, deuda y consumo, lo cual no es sostenible a largo plazo. Un informe reciente del Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que la cantidad de deuda de los países desarrollados es del 277% del PIB, que básicamente se utiliza para consumir, y no para producir, y este es el gran problema. Por este motivo, los metales preciosos como el oro y la plata han experimentado un gran crecimiento en los últimos 10 años, respondiendo a la necesidad de la gente de conservar su riqueza, y volviendo a cumplir la función de reserva de valor que durante miles de años se les ha asignado voluntariamente.

En cualquier caso, como hemos visto en los últimos debates por la carrera presidencial en Estados Unidos, parece bastante improbable que esta tendencia de deuda-consumo-más deuda pueda revertirse a corto plazo.