Mírame a los ojos...
Pablo Foncillas
'Lecturer' IESE Business School
PABLO FONCILLAS
…y dímelo. No me escribas un correo ni me mandes un wasap. Tampoco me gustan las notas de voz. Quiero oírlo de tu boca en directo, escuchar tu expresión, ver tu tono, intuir por ese leve movimiento de cejas qué sientes. Y poder responderte sobre la marcha. No me vengas ahora con lo de que un emoticono transmite lo que quieres decir.
Que conste, no lo he leído aún, pero el libro de la investigadora del prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts Sherry Turkle (MIT) En defensa de la conversación tiene un pintorro. Aborda una problemática creciente: Utilizamos las pantallas para protegernos de nuestro entorno, evitar hablar entre seres humanos, huir del contacto directo, piel con piel, en definitiva, mirarse a los ojos, conversar y empatizar con el otro, algo que nos hace más humanos.
No soy contrario a los correos electrónicos ni a los mensajes instantáneos. Bien usados son formidables, pero, ¿no piensan que abusamos? Esto invita a una reflexión colectiva profunda.
Siempre he creído que hay cosas que merece la pena poner por escrito porque cuando uno transforma pensamientos en tinta sobre papel parece que dice más. Una carta de amor, íntima, dirigida a nuestro ser querido repleta de palabras barnizadas con melaza es imbatible. Sin embargo, ¿una acalorada discusión personal o una recriminación por un (aparente) mal comportamiento debe ser abordada desde el teclado de un dispositivo electrónico? La respuesta como sociedad está progresivamente tomando tono afirmativo. Quizá resulte más cómodo, pero en el largo plazo esos bits nos están robando la humanidad, nos hacen más esclavos. Cuidado porque los correos los carga el diablo.
La tecnología existe para hacer la vida más fácil sin olvidarnos de lo que nos distingue como especie, nuestra inteligencia creativa que nos permite ser empáticos.
¿Qué implicaciones tiene deslizarse por esta peligrosa pendiente? Estamos perdiendo foco en aquello que nos hace comprender al de al lado. Un par de ejemplos. El 20% de las personas entre 18 y 34 años -comenta la investigadora de Boston mencionada antes- responde una llamada mientras mantiene relaciones íntimas. No sé si reír o llorar. El segundo, la política a golpe de tuit. Por favor, no vivamos sometidos a 140 caracteres. La política es matiz, finura, debate, comprensión y aceptación del otro. Señores políticos no hagan política tuitera.
¿Han probado recientemente a enviar una postal escrita a mano? Yo hace años, cuando el correo electrónico estaba ya muy extendido, me tomaba cada verano la alegría (o molestia, según se mire) de escribir una postal, con texto individualizado para unos centenares de personas. Tenía un impacto brutal. Creo que ya no lo haré más. Voy a mirar a los ojos, escribir menos mensajes y dejar que se asomen a mi alma. Me expone más, me hace más frágil. Y más humano también.
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