Análisis

¿Existe una tercera vía para salir de la crisis?

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RICARDO VERGÉS

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Confusión y estrés en Bruselas. Se mira cada vez más a España. Tenemos 1,85 billones de euros de deuda privada y 830.000 millones de deuda pública. De la privada, 1,10 billones es inmobiliaria, sin contar la intermediación y buena parte de servicios no inmobiliarios que en realidad sí que lo son. Los hipotecados deben 650.000 millones, casi todo titulizado o cedulado y, por ahora, con poca morosidad gracias al alargamiento de plazos. Pero si perdura el paro y/o sube el euríbor, entonces los bancos se encontrarán entre el yunque y el martillo.

Quedan 450.000 millones en manos del productor: más o menos la contrapartida del estoc de dos millones y cuarto de viviendas en construcción, incluyendo las paralizadas y las terminadas sin vender al usuario final, además de tanto suelo desvalorizado e invendible. De modo que la morosidad del sector es muy alta. Hay que decir que los bancos extranjeros prestaron probablemente unos 800.000 millones a nuestros bancos para que financiaran el milagro español hasta el 2007. Entonces, llegado ese momento, cortaron el grifo, tal vez por vértigo, tal vez por la inesperada sequía de ese caudal de liquidez que brotó milagrosamente al norte del paralelo 45 tras la llegada del euro.

Ahora, los banqueros europeos necesitan recuperar ese dinero en manos del sector inmobiliario, pero solo podemos pagarles los intereses: entre 60 y 80 millones de euros deben salir cada día de España, dejándonos exhaustos e incapaces de reactivar la economía. Hay que añadir que gracias a la fiscalidad de la sobreproducción y los sobreprecios inmobiliarios vigentes desde 1999, los gobiernos españoles pudieron financiar líneas de AVE, aeropuertos y autopistas radiales sin necesidad de emitir deuda pública hasta el 2008. Si el mismo Gobierno hubiera sido hábil, habría cortado toda nueva licitación y nos hubiéramos quedado tan tranquilos terminando obras dentro de los límites presupuestarios. Pero ni el presidente ni nadie quiso darse por enterado.

Sin embargo, he de decir que yo lo había explicado. Como cualquier mercado, el inmobiliario debe equilibrar precios y cantidades. Cuando los primeros crecen, las segundas decrecen, y viceversa. Así que cuando en 1999 vi que ambos componentes se disparaban, advertí de ello de inmediato y persistí luego, tras la llegada del euro, al descubrir (casi al mismo tiempo queJürgen Donges) de dónde venía tanto dinero.

Para salir de la crisis hay dos caminos, explorados a mediados de los años 2000 porOlivier Blanchard, actual economista jefe del FMI.El primero es primar la moneda frente a la economía, imponiendo fastidiosos deberes a esta última. Es lo que parece constituir el caminoMerkozy.El segundo es primar la economía frente a la moneda, imponiendo los deberes al mercado monetario. Este sería el camino sugerido por el premio Nobel de EconomíaPaul Krugman.Queda por ver si existe una tercera vía.

*ARQUITECTO Y ECONOMISTA