IMPACTO DEL CONFLICTO EN LOS PAÍSES VECINOS

Turquía, harta de sirios

Familia a la intemperie 8Suad, de 60 años, sentada con un paraguas, y otros familiares en un parque.

Familia a la intemperie 8Suad, de 60 años, sentada con un paraguas, y otros familiares en un parque.

ANDRÉS MOURENZA
ESTAMBUL

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Alí y sus dos hermanos preparan las esterillas y mantas sobre las que pasarán otra noche al raso en un parque. La lluvia lleva horas cayendo sobre Estambul y el césped, la tierra, sus cuerpos y sus pertenencias están mojados. La madre de Alí, Suad, de 70 años, hace un gesto de dolor. Está empapada hasta los huesos. La guerra de Siria les forzó a escapar de Alepo, pero no se sentían seguros en la frontera y se trasladaron hacia Estambul, donde desde hace 10 días duermen en el mismo lugar. En este parquecillo, donde cada noche pernoctan decenas de personas, se hallan otras dos familias sirias, envueltas en coloridos pañuelos, vestidos y sábanas. Han conseguido refugiarse bajo un tenderete. Una niña, enferma, se cubre con una manta, mientras otros dos chavales, de seis años, corretean entre sus mayores.

«Nos dejan pasar la noche aquí. Pero por la mañana debemos irnos, porque vienen los turistas», explica Abdurrahmán, otro sirio, a este diario. Los refugiados sirios, entonces, se dispersarán para mendigar por las calles de Estambul.

Desde hace unos meses resulta prácticamente imposible dar un paso en cualquier barrio de Estambul o de otras ciudades turcas sin encontrarse con una persona que mendiga acompañada del cartel: «Soy sirio». Es lo que hacen Alí y sus hermanos pues les ha sido imposible encontrar empleo. «Por la noche, algunas organizaciones nos traen el iftar (cena con la que se rompe el ayuno), pero casi nadie nos ayuda», se lamenta. El refugiado muestra unas recetas plastificadas de un doctor de Alepo, tubos de pomadas exhaustos y cajas de pastillas casi vacías: «Mi madre necesita medicamentos, pero no tenemos dinero para comprarlos».

La hospitalidad con la que Turquía comenzó a recibir a quienes escapaban de la guerra en Siria hace tres años comienza a agotarse. Según el Gobierno turco, el número de refugiados sirios ha superado el millón, aunque las oenegés lo elevan por encima de esta cifra, algo que convierte a Turquía en el país que, junto a Líbano, más sirios ha acogido desde el inicio del conflicto.

Campos sin sitio

El Ejecutivo ya ha gastado unos 2.500 millones de euros en programas de acogida y ayuda pero las 300.000 plazas en los 24 campamentos establecidos cerca de la frontera siria se han revelado insuficientes. Cada día llegan refugiados. «Los campos de refugiados están llenos. Por eso nos vinimos a Estambul», relata Abdurrahmán. Los más afortunados han conseguido rehacer sus vidas en Turquía, pero a los nativos ha comenzado a fastidiarles esto. En algunas provincias fronterizas como Kilis, el número de refugiados sirios ya ha superado al de la población local.

Con la llegada de tantos refugiados, los alquileres se han disparado también para los propios turcos. Por ejemplo, en la ciudad de Gaziantep el precio por un apartamento, incluso en malas condiciones, ha pasado de 250 euros al mes a 550. Sin acceso al trabajo, con dificultades para acceder a la sanidad y a la educación, en varias ciudades turcas se han formado guetos de sirios en los que se ha extendido la pequeña criminalidad, dando alas a los temores, más o menos infundados, de la población local. «La tensión crece. Los sirios están trabajando ilegalmente, abriendo negocios y comprando casas y hay rumores de que incluso votarán en las elecciones», opina el analista Bezen Coskun.

En las últimas semanas se han producido protestas exigiendo la expulsión de los sirios de Turquía. Hace unos días, en la ciudad sureña de Kahramanmaras, un millar de personas se manifestó, atacó un vehículo con matrícula siria y arrancó los carteles en árabe de varios negocios. El lunes de la semana pasada, en Seyhan, un grupo de enmascarados destrozó varias tiendas de sirios con palos y cuchillos. Son síntomas de la creciente tensión, que se añade a la polarizada situación política de Turquía, y que muestran que la bomba social que supone la presencia de tamaño número de refugiados puede estar a punto de estallar si la comunidad internacional no contribuye a resolver el problema.