Ramón Lobo: «En España sigue flotando un tufo franquista»

El reportero de guerra firma el armisticio con su padre, un 'camisa azul' al que siempre consideró el enemigo, en el libro 'Todos náufragos'. El país no ha hecho limpieza, opina.

Ramón Lobo, en Barcelona,el pasado lunes.

Ramón Lobo, en Barcelona,el pasado lunes.

POR núria navarro

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Ha invertido 20 años en contar conflictos en 30 países. Pero se acabó. Después de hurgar en su hiriente pasado, sin chaleco antiemociones, el reportero ha descubierto que iba a la guerra porque estaba en guerra con su padre, un hijo de republicanos que se apuntó a la División Azul y acabó en Venezuela expropiando tierras para la Shell. Lobo, como España, fue víctima de una transición mal resuelta que le obligó a arrastrar fantasmas. En 'Todos náufragos' (Ediciones B) entreteje la historia personal y la colectiva.

Llama a su padre el Generalísimo Lobo. Con todas las letras. Yo no he tenido un padre, he tenido un desaparecido. Siempre lo sentí como un enemigo. Nunca me interesó nada de lo suyo. Jamás le pregunté por la División Azul. Me construí en oposición a él.

Si no se construye contra él, no sería quien es. Se lo tengo que agradecer. En los últimos 30 años me había sentido como si estuviera en un campo de batalla donde no había nadie enfrente, porque Ramón [su padre] murió en 1983. Pero mi ejército ha dado la vuelta y me he ido del campo de batalla. He firmado el armisticio. Si tuviera un infarto ahora y un minuto de lucidez diría: 'Coño, esto ha merecido la pena'.

El periodismo le salvó. Y me ha dado la sensación de vida completa. También me ha redimido el descubrir que muchas de mis taras no solo vienen de mi padre y su familia, sino de mi madre, Maud [Leyder], inglesa, cuyo padre fue abandonado dos veces en un año por su propio padre. A mi madre la salvé desde pequeño y la he reconstruido, aunque no la recuerdo cariñosa. Ella optó por mi padre. Hoy tiene 91 años y mi relación es buena, pero nunca le he dicho «te quiero». Siempre noté la falta de afecto, la sensación de que todo lo hacía mal, siempre.

¿Fue buscando acallar esa herida entre el silbar de las balas? Sí. Enrique Meneses me decía: 'Vas para que te quieran'. No es que vayas a las guerras buscando eso, lo encuentras. Los periodistas que van a la guerra y repiten son los averiados. Casi todos tenemos un problema con la figura paterna o de reconocimiento en la infancia.

Arriesgan demasiado por eso. Yo iba a la guerra porque en el fondo siempre he estado en guerra. Era un estado natural. Pero eso se acabó. Ya estoy en paz.

Usted ha hecho su transición. ¿Qué hay de España? Es evidente que este país está mal desde mucho antes del franquismo. Hay un relato de la España centrista que es falso. Este país nunca fue unitario. Siempre hubo grandes tensiones territoriales. Los reinos de la Edad Media siguen estando aquí. Hay que sentarse y buscar un traje que nos venga bien a todos.

¿Acaso sea tarde? No estoy de acuerdo con el discurso de Podemos sobre el candado del 78. Entre 1976 y 1981 quizá no había otro remedio que transigir. Pero cuando en el 82 el PSOE sacó 202 diputados había oportunidad para hacer otro tipo de transición y no se hizo.

¿De qué tipo? Para hacer justicia había que sacar a la gente de las cunetas y hablar, como hizo Sudáfrica. Habría que hacer una segunda transición más generosa y menos ideológica. Pero sigue flotando un tufo franquista. No se ha planteado una educación moderna, la economía sigue en manos de unas familias que se enriquecieron entonces, a veces con manos esclavas. Ellas deberían financiar la memoria histórica. Pero aún hay quien sostiene que Franco fue un gran hombre, cuando, según Preston, fue mucho más cruel que Mussolini. Pero eso no está metido en nuestro relato.

La memoria abre heridas, dicen. La memoria las cierra. Pero la sociedad civil debe tener una exigencia ética. Muy poca gente tiene un concepto de comunidad. Si orinas en la calle y pateas el mobiliario urbano estás en la misma frecuencia que Bárcenas, solo que tienes menos oportunidades. Y todo eso es producto de no haber sabido gestionar la memoria de la dictadura. Vivimos en un ambiente tóxico. Necesitamos una revolución cultural.

Para añadir gasolina al fuego, el yihadismo llama a la puerta. Y tenemos menos capacidad para interpretar. La UE tiene el menor número de corresponsales con la mayor crisis encima. Los periodistas repiten lo que dicen los que mandan.

¿Qué dice su olfato trufero?Que esto no es una guerra, que nos equivocamos como se equivocaron los norteamericanos tras el 11-S, que van cortando libertades para luchar contra el yihadismo cuando esas libertades no tienen que ver con el yihadismo porque ellos pueden golpear exactamente igual. Así como las urnas están dejando de importar porque quien manda es el mercado, en aras de la seguridad nos estamos cortando las manos. Vamos a una democracia de muy poca calidad y no con más seguridad precisamente.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"\"Hay un relato de la Espa\u00f1a centrista\u00a0","text":"\"Hay un relato de la Espa\u00f1a centrista\u00a0que es falso. Este pa\u00eds nunca fue unitario. Los reinos de la Edad Media siguen aqu\u00ed\""}}Extienda su plan. Hay que estudiar cómo estrangular económicamente al EI, cómo luchar contra el cibercalifato, cómo educar en los barrios marginales. Igual no hay que bombardear Raqqa, sino los suministros de armas. Pero, ¿cómo hacerlo si las armas se las vendemos nosotros? También hay que ver quiénes son amigos y enemigos, y claramente Arabia Saudí, a la que vendemos municiones, no juega en nuestro bando.

No damos una. Tras el atentado de París salen todos en defensa de la democracia, pero ¿de qué hablan? Es un sistema para muy poca gente, ni siquiera lo es para toda la gente que está aquí. Los preferentistas no tienen toda la democracia. Y hay una ocupación del Constitucional, del Parlamento, de la televisión pública. Y en el tercer mundo hay 900 millones de personas que no tienen derecho a agua potable. Vivimos en un mundo basado en la desigualdad y la explotación.

¿Eso puede explicar al EI? El EI busca un relato distinto dirigido a gente que no tiene un sentido en la vida. Es muy distinto de Al Qaeda. Un americano me contaba que Al Qaeda es un grupo terrorista que hace prensa, mientras que el EI es un grupo de prensa que hace terrorismo.

¿Qué le preguntaría a un factótum del yihadismo? Casi todos los muertos de la batalla del EI son musulmanes, así que le preguntaría por qué París. Ahora bien, ¿cómo le pedimos a un egipcio que se conmueva por París si no nos conmovemos por ellos, más aún cuando hemos contribuido al golpe de Estado de Al-Sisi contra los hermanos musulmanes?

Proponga una solución.Toda mezquita controlada por Arabia Saudí es sospechosa. Bélgica no tiene imanes propios, en Alemania muchos templos están controlados desde Turquía. Pero, ¿cómo vas a meter en la cárcel a un imán radical que está diciendo que las mujeres son de segunda clase si tienes a obispos diciendo tonterías parecidas? Es el momento de apostar todavía más por el estado laico.

Mientras, lo que viene es miedo y una democracia debilitada. Sí. La excepcionalidad va a ser una excusa para más leyes mordaza y recorte de libertades. Nadie cuestiona los recortes que ha habido en policía, en medios antiterroristas. Tras el 11-M no se aprobó ninguna ley excepcional. Me parece increíble que un Gobierno socialista haya lanzado el estado de excepción.

¿Comprender provoca infelicidad? Creo que todo es una mierda, pero tengo esperanza. Sigo creyendo en la gente y en nuestra capacidad de modificar pequeñas cosas. Es como cuando sostienes la puerta en el metro y el siguiente también la sostiene. Es fundamental mantener la actitud de ayudar, educarnos en el reconocimiento del otro.

¿Diría que la verdad se descubre demasiado tarde? Este es un mundo injusto, y el capitalismo funciona porque somos depredadores. Pero creo que el sistema puede tener unos controles que impidan que te comas un cordero todos los días, cuando basta uno a la semana.

Pues va usted y dice que no vuelve a las trincheras.No más trincheras. Sí creo encontrar pequeños nichos de felicidad. Un libro -ahora mismo estoy fascinado con Voces de Chernóbil', de la Nobel Svetlana Aleksievich-, un viaje, no perder la conciencia.

Y el amor... ¡Lo logró al fin! María. Es una de mis rescatadoras. Toda la vida alejándome de las mujeres y ahora, ya ve, soy yo el que se quiere quedar. 

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