Miedo al deshaucio en Grecia

Bruselas pide mayor contundencia contra los préstamos morosos y los griegos temen que la medida implique una ola de embargos

CLARA PALMA / ATENAS

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«Vivíamos con dignidad, no le debíamos nada a nadie. De repente, con la crisis, yo me quedé en paro y mi marido tuvo que cerrar la tienda» se lamenta Niki. «Mientras pudimos, seguimos pagando las cuotas del banco. Pero llegó un momento en el que tuvimos que darle prioridad a la supervivencia. Ahora tengo miedo de que nos quiten la casa».

La historia de esta mujer griega de 46 años resulta demasiado familiar en España, pero en Grecia la amenaza del desahucio -paralizada durante los últimos años por una moratoria- constituye una novedad para las familias más golpeadas por la crisis.

La protección de la primera vivienda -una de las promesas electorales de Syriza- se ha convertido en el enésimo tira y afloja entre el Gobierno de Alexis Tsipras y los acreedores internacionales. Bruselas defiende la necesidad de ampliar el margen de actuación de los bancos en el caso de los préstamos morosos, como vía para restaurar la credibilidad del sector y atraer inversiones.

«Con un Ejecutivo de izquierdas no veremos desahucios de primera vivienda», remacha sin embargo la portavoz del Gobierno Olga Gerovasili. La cuestión, que ha de solventarse en los próximos días, es crucial para el desembolso del próximo tramo de rescate, y, sobre todo, para concluir con éxito la revisión que debe abrir el camino a la urgente recapitalización del sector bancario.

Por tramos

Según filtraciones a la prensa, la propuesta sobre la que está negociando en los últimos días consiste en proteger las viviendas de valor inferior a 180.000 euros, cuyos propietarios ingresen anualmente menos de 30.000 euros -en función del número de miembros de la familia el umbral sería superior-. Con estos criterios, los medios griegos calculan que quedaría protegido del desahucio el 55% de los hogares endeudados: un término intermedio entre el 88% que pretendía cubrir el Ejecutivo y el 20%-30% como máximo que reclamaba Bruselas.

No obstante, en las asociaciones de consumidores y las organizaciones sociales ha cundido el pánico; temen que el Gobierno ceda terreno ante la presión y que con el cierre del acuerdo llegue una explosión de embargos. Según datos del Banco de Grecia, los préstamos morosos suponen un 34,4% del total, mientras que los impagos afectan a un 30% de las hipotecas.

La agencia Reuters cifra en 320.000 los hogares que se retrasan en el pago de las cuotas de la vivienda. Pero no solo las deudas con el banco pueden conducir a confiscaciones: según datos oficiales más de 3,5 millones de personas -físicas o jurídicas- deben dinero a Hacienda o a la Seguridad Social. Con la modificación prevista en la ley, también ellas quedan más expuestas al embargo.

Todos los miércoles

Varias decenas de vecinos se concentran delante del juzgado de paz de Níkea, uno de los distritos más pobres de Atenas. Se han propuesto manifestarse allí todos los miércoles, a partir de ahora, para impedir la entrada de los notarios que van ese día a tramitar embargos.

La reportera de una televisión local, que ha acudido a cubrir el piquete, pregunta con timidez quiénes de los presentes temen perder sus hogares. «¡Todos! ¡Pero si todos estamos endeudados!» claman indignados los vecinos ante la cámara. «No es que no queramos pagar, la culpa es de los gobiernos que hemos tenido. Nos quedamos sin trabajo, nos recortan las pensiones, nos suben las contribuciones y los impuestos» acusa Nikos, uno de los portavoces de la iniciativa ciudadana, que también teme por su vivienda.

Préstamo heredado

En su caso, el préstamo ni siquiera era suyo: lo pidió su madre para comprar electrodomésticos y financiar la boda de una hija. «Cuando murió, yo heredé la casa y ahora el banco no para de llamarme por teléfono para presionarme para que pague» explica este conductor de una grúa, en paro desde 2007. «Ya no hay trabajo en la construcción, sobrevivo como puedo. El crédito eran 10.000 euros en su momento, ahora asciende a 15.000. Yo no tengo dinero para pagar» lamenta.

Decepcionado con el Gobierno de Tsipras, pide implicación ciudadana. «Porque hoy le quitan la casa al vecino, pero mañana van a por la tuya», sentencia.

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