El 'Brooklyn de Barcelona', en Brooklyn
La alcaldesa de L'Hospitalet promociona su Distrito Cultural en Nueva York
Idoya Noain
Corresponsal en EEUU
Corresponsal en Estados Unidos desde 2001.
IDOYA NOAIN / NUEVA YORK
Se dice que las comparaciones siempre son odiosas pero a veces también son bienvenidas.
Hace tiempo ya que expertos en urbanismo y otros campos ven en L’Hospitalet de Llobregat una especie de Brooklyn, identificando el potencial que la segunda ciudad de Catalunya tiene de beneficiarse de la conexión y cercanía a Barcelona con el que ha demostrado por su vecindad con Manhattan el más poblado barrio de Nueva York. Los dos enclaves comparten también la apuesta por la creación de un Distrito Cultural como motor de crecimiento y, en el caso de L'Hospitalet, esa apuesta ha llevado ahora a la alcaldesa, Núria Marín, a presentar su estrategia en una reunión de la Red Global de Distritos Culturales (GCDN por sus siglas en inglés), hacer contactos para intentar promocionarla y, de paso, conocer también de primera mano ese Brooklyn con el que tantas veces se compara su ciudad.
180 KM. CUADRADOS
No es tarea fácil porque Brooklyn son muchos Brooklyn, lógico en un barrio que ocupa un área de 180 kilómetros cuadrados y donde viven más de 2,5 millones de personas. Es el Williamsburgh tan gentrificado ya como Manhattan y el pobre y violento East New York, es el residencial Prospect Park y el inmigrante Sunset Park, es la playa obrera de Coney Island y la idílicamente resucitada rivera de Brooklyn Heights…
Quizá el Brooklyn que más se parezca a lo que puede ser L’Hospitalet está en Boerum Hill, donde la centenaria Brooklyn Academy of Music (BAM) en la que este miércoles Marín ofrece una conferencia es el eje del Distrito Cultural, que desde hace cuatro años también se apoya en el Barclays Center. Y está también en Bed-Stuy, Bushwick y Red Hook, tres de los barrios que antes eran predominantemente terreno industrial y adonde los precios de otros enclaves y la regeneración cultural están empujando a muchos artistas y creadores. Y en lugares como el Brooklyn Navy Yard, el astillero que la ciudad compró al gobierno federal hace medio siglo y que ahora resurge, como pudieron comprobar el lunes en un paseo Marín y su primer teniente de alcalde, Francesc Josep Belver, que por la mañana visitaron también (en Manhattan) una sede de Google y del espacio de 'coworking' WeWork.
TALENTO Y RIQUEZA
“Hemos venido a aprender y a generar oportunidad”, contaba la alcaldesa unas horas después cenando en un local de barbacoa cerca del BAM, donde en su conferencia defenderá ideas como que “una ciudad con cultura atrae talento y el talento atrae actividad económica que atrae más talento y crea riqueza para redistribuir”.
Marín y su equipo, sin duda, no tienen miedo de usar términos como ese, redistribución de la riqueza, que a muchos en Estados Unidos parece darles alergia. Son conscientes de que “el sector público en Europa no puede abdicar”. Y aunque defienden alianzas entre lo público y lo privado como la que también en Nueva York ha resucitado Governor’s Island, otro de los espacios regenerados que han visitado, son claros: “El impulso y las reglas los ponemos nosotros”.
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