un vecino DE GRÀCIA... Guillaume de Bode, presidente del C.E. Europa

«Mi vida transcurre en un triángulo que delimita Gràcia»

El holandés Guillaume de Bode preside desde el 2007 el Club Esportiu Europa, cuyos dos campos de fútbol están ubicados en Gràcia. Es el distrito al que acude a diario desde el Maresme, donde vive, a trabajar en la empresa que dirige, junto a la plaza de Gal·la Placídia.

Gal·la Placídia Negocios en la Via Augusta«LAS PLAZAS SON EL GRAN PUNTO DE ENCUENTRO Y VIDA EN LAS CALLES DE GRÀCIA», EXPRESA JUNTO A LA QUE TIENE JUSTO AL LADO DE SU DESPACHO.

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CARME ESCALES / Barcelona

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Guillaume de Bode nació en Maastricht (Holanda) en 1957. En la escuela donde cursó primaria practicaba el atletismo y jugaba a balonmano, hasta que un seleccionador le sugirió federarse como jugador de fútbol. Tenía 13 años. Desde entonces, se puede decir que su vida ha estado siempre vinculada de algún modo al fútbol.

Desde el año 2007 preside el Club Esportiu Europa, con sede en el distrito de Gràcia y dos campos de fútbol ubicados en el mismo distrito en el que De Bode también trabaja. Lo hace en la multinacional BVA-Dechow, dedicada a la gestión de activos empresariales y de la que es director en España. Su sede está en la Via Augusta, junto a la plaza de Gal·la Placídia. Fútbol y negocios vinculan a Guillaume de Bode de lunes a domingo y le han dado a conocer todas las luces de Gràcia. «La de las ocho de la mañana me encanta, cuando Gràcia despierta», expresa el presidente del Europa.

Olores y colores, plazas y pequeños comercios, nada le pasa por alto a este holandés afincado en Barcelona desde 1986. «Antes estuve viniendo siempre, desde pequeño, cuatro o cinco veces al año, con mis padres, a la Costa Brava. Durante el verano pasaba mucho más tiempo en Catalunya que en Maastricht, hasta que en el 86 me instalé definitivamente», dice.

Paz social

De la ciudad que De Bode eligió para quedarse a vivir hay algo que admira profundamente y que, además, vincula a Gràcia porque es allí donde lo experimenta a diario. «Para mí Gràcia, aunque también Barcelona, tiene algo único en el mundo, y mira que he viajado. Pero es esta paz social que hay aquí que me parece excepcional y es algo que no se debe perder», expone. «140.000 habitantes conviven en Gràcia compartiendo inquietudes y vinculándose al distrito en una red de asociacionismo increíble. Esto no es fácil de encontrar en el mundo. Es una manera de vivir que se ha perdido en muchos sitios, pero que en Gràcia perdura», opina el vecino holandés.

Y el club de fútbol que él dirige no es ajeno a esa descripción de vínculo vecinal. «Tenemos 30 equipos que juegan cada fin de semana, fútbol siete de benjamines y alevines y 1.400 niños y niñas en la escuela de fútbol base», detalla. «En la escuela, nuestra prioridad es que salgan mejor deportivamente pero también como personas, un valor intangible como el que aportan grupos de teatro o música que preservan las relaciones humanas», añade. «Sin ese aspecto humano yo no me sentiría a gusto en un barrio como el de Gràcia», aclara. Y ya lo conoce bastante bien: «Mi vida diaria transcurre en un triángulo que delimita Gràcia, los dos campos de fútbol del Europa, en dos extremos del distrito, y mi despacho, en su límite con Sarrià».

El pequeño autónomo

Caminando por las calles de Gràcia, De Bode observa la vida comercial del barrio, las tiendas que se abren nuevas y las que ya no levantan la persiana. «Puedo entender los grandes centros comerciales, pero la vida y las relaciones humanas solo se generan en el pequeño comercio. No hay que perder nunca de vista que la vida real de la economía local la genera el pequeño autónomo con su tienda. Ese comercio de proximidad tiene un valor enorme que no siempre tiene en cuenta la presión fiscal», explica junto al mercado de la Llibertat. «Me parece fantástica la remodelación que han hecho, y su preciosa cornisa forjada», dice.

La paz social que De Bode admira de Barcelona y de Gràcia la explican en parte la buena convivencia entre los vecinos, vinculados a asociaciones que trabajan por el bien común. «Valoro el esfuerzo de cada uno a abstenerse de algo en favor del otro. Si pides, debes estar dispuesto a aportar algo, pasa en un barrio como sucede en el club con cada uno de sus socios», compara el presidente de un Europa que nació en 1907 y que hasta finales de los años 20 vivió entre los grandes, el Espanyol y el Barça, en Primera División. Fue su hijo futbolero, ahora en el Palau de Plegamans, pero durante seis años portero en el Europa, quien vinculó a De Bode con el club.

Volver a Segunda División y tener un tercer campo para poder atender las 200 peticiones de niños que quedan fuera de la escuela de fútbol del club son dos objetivos del Europa. Cuenta con casi 2.000 socios, «la mitad aproximadamente de Gràcia y el resto del Eixample, Sarrià y Sant Gervasi», detalla. «Esperemos que este año volvamos a darles una alegría y juguemos el play-off como el año pasado», asegura.