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Xavier Real: «Soy mormón todos los días, no solo los domingos»

El joven que cambió a Marx por Dios. Xavier Real, miembro de la Iglesia mormona, fue militante de izquierdas.

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Gemma Tramullas
Gemma Tramullas

Periodista

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Con su chupa de cuero y su pelo recogido, Xavier Real (Sabadell, 1994) no responde al estereotipo de mormón, como se conoce a los miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, que creen en la familia eterna, en la revelación moderna y en un profeta vivo. Xavier fue uno de los participantes en una mesa redonda organizada por el Espai Avinyó con el título 'Religions en diàleg: en què creuen els joves?' Trabaja y estudia Historia en la Universitat Autònoma de Barcelona, donde su novia (también mormona) estudia Genética. Son las nueve de la mañana y en lugar del acostumbrado café -que su Iglesia prohíbe porque es nocivo para la salud-, él se pide un Cacaolat.

-Aún asociamos mormones y poligamia. Los estereotipos son fruto del desconocimiento. La poligamia se practicó en Estados Unidos en 1830, cuando los líderes religiosos eran asesinados y las mujeres se quedaban solas y sin derechos. Actualmente, quien la practica está excomulgado.

-¿Le han mirado mal por ser mormón? Si alguna vez me he sentido discriminado ha sido por ser creyente y no por pertenecer a una u otra Iglesia, pero la discriminación desaparece en cuanto la gente me conoce. De hecho, mis amigos son ateos, porque me muevo en círculos de izquierdas. No hay tantas diferencias entre nosotros. Tenemos creencias distintas, pero todos queremos que el lugar donde vivimos sea mejor.

-Usted de niño quería ser alcalde. Le escuché decir al alcalde de Sabadell que él estaba para servir a las personas y me gustó. Mi vocación es poder servir a los demás, y para mí la política es otra manera de servir.

-Incluso militó en un partido de izquierdas del que ahora está distanciado. Mis padres son miembros de la Iglesia, pero a los 16 años yo no quería saber nada de religión. Había leído un montón de literatura socialista y textos como 'El manifiesto comunista', donde dice que la religión es una forma de alienación. Pero decidí darle una oportunidad y fui a las fuentes originales. Leí 'El libro de Mormón' y la Biblia y sentí que aquello me daba la felicidad verdadera.

-Así que Dios le ganó el pulso a Marx. Sí, lo ganó Dios, pero me siento parte del cristianismo social. Ser de izquierdas y cristiano no es incompatible.

-En su Iglesia hay un montón de cosas que son pecado, aparte del café. ¿Como joven de izquierdas, esto no le chirría? No me chirría, en tanto que seguir o no a Dios es una decisión personal. Además, para nosotros el pecado no es un billete al infierno, sino un error enmendable. Yo me he cuestionado uno por uno todos los mandamientos: la castidad antes del matrimonio, el no consumir sustancias nocivas, la donación del 10% del sueldo a la Iglesia... He estudiado su base teológica y le he hallado sentido y también he hecho oración y Dios me ha revelado que es algo bueno.

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-También están obligados a dejarlo todo durante dos años para ser misioneros. Es obligatorio para los hombres, porque en nuestra Iglesia los hombres son sacerdotes, y si Jesús predicó y ayudó a los demás nosotros también tenemos que hacerlo; para las mujeres ser misioneras es opcional. A los 18 años me fui a Chile, con la gente de los barrios pobres de Santiago. Una vez, llamando a una puerta me acusaron de espía a e incluso me tiraron piedras.

-¿No es contradictorio que ayudar a los demás sea una obligación? No, porque nosotros creemos básicamente en Cristo y en servir a los demás. A mí prestar servicio es lo que más me llena: con la Cruz Roja, los bancos de alimentos, las campañas de donación de sangre... Soy mormón todos los días, no solo los domingos. Todo lo que hago, desde que me levanto hasta que me voy a dormir, tiene un componente espiritual relacionado con Dios. Es mi manera de vivir.