«Mandé las fotos, me fui al bar y me puse a llorar»

Henry Agudelo ha ejercido como fotógrafo en la prensa colombiana durante décadas; su historia profesional se mezcla con la del país sudamericano

«Mandé las fotos, me fui  al bar y me puse a llorar»_MEDIA_1

«Mandé las fotos, me fui al bar y me puse a llorar»_MEDIA_1 / ÁLVARO MONGE

2
Se lee en minutos
Mauricio Bernal
Mauricio Bernal

Periodista

ver +

La tragedia del Nevado del Ruiz; la toma del Palacio de Justicia; las masacres de los paramilitares; los coches bomba de Pablo Escobar; el 5-0 que le endosó Colombia a Argentina en Buenos Aires: Henry Agudelo estaba allí. Colombiano de Medellín, ha ejercido como fotógrafo de prensa en su país durante décadas, y capturado momentos clave de su historia reciente. Un veterano curtido galardonado en su día con el World Press Photo. Un fotógrafo que de todo ha visto un poco.

-Es un país en el que hay que saber moverse, ¿no?

-Sí. Hay que tener cuidado porque nunca se sabe quién es quién, quién comulga con esto y quién con lo otro. Hay que medir las palabras, saber bien quién manda en los sitios.

-¿Y quién manda en los sitios?

-Le pongo un ejemplo: una vez estaba cubriendo una marcha campesina en el sur de Bolívar, que siempre ha sido una zona complicada. Estaba almorzando con un compañero y al terminar se nos acercan dos tipos armados y nos dicen: «¿Ustedes qué están haciendo aquí? Ustedes no pueden estar aquí sin una orden de mi comandante X».

-No era un comandante militar.

-No, claro. Eran los paramilitares.

-¿Y entonces?

-Entonces nos dijeron: «Miren, vamos a tener que ir a ver a mi comandante. Si dice que no, los montamos en una lancha y se van por ahí, y si dice que sí, ¡pues bienvenidos!»

-¿Dijo que sí o dijo que no?

-Que sí. El comandante 'Candado', se llamaba. Le encantaban los perfumes, los coleccionaba. Pasamos un miedo terrible cuando nos vendaron los ojos para ir a verlo.

-Dicen que ese país ha vivido una guerra encubierta. ¿Cuál ha sido su actitud como fotógrafo ante la realidad?

-Mostrar era realidad, solo mostrarla, sin acusar a nadie; esa es mi actitud. Hay una realidad, pasó algo y yo voy allí y hago mis fotos lo mejor que puedo para ilustrarlo.

-No es fácil mantener la distancia.

-No quiero decir que no me afecte. Por ejemplo, la masacre de Mapiripán: unos hechos terribles, muchos muertos, mucha crueldad. En esa época yo trabajaba en 'El Tiempo' y fui el primero en llegar. Hice mi trabajo, mandé las fotos… Y al acabar me fui al bar de la esquina, pedí media botella de ron y me puse a llorar.

-Pero ahora el país está mejor, ¿no? ¿Cómo lo ve usted?

-Mire, yo lo veo como que ahora estamos respirando un poquito. Pero no ha cambiado como uno quisiera que cambiara, eso sí. Todavía hay que ir con cuidado por ahí.

-Hablemos de un recuerdo bonito.

-¡El 5-0!, ¿le parece poco? Yo tuve la fortuna de estar ahí, en La Monumental. Eso fue maravilloso, espectacular. Un gran recuerdo. Tengo muchos recuerdos bonitos. En ese país ocurren cosas terroríficas, pero también cosas muy positivas y alegres.

-El deporte es una debilidad suya, ¿no? Fotográficamente hablando.

-Sí, me gusta mucho. ¿Sabe que hice la última foto de Andrés Escobar vivo?

-No sabía.

-Sí, la tengo aquí, mire. En EEUU, esto es del mismo día en que metió el autogol. Recuerdo que todo el mundo le decía que no se fuera para Colombia, que se quedara un tiempo, y él, que no. Se fue y lo mataron.

-Entiendo que ahora se dedica a la enseñanza, ¿no?

-Sí, porque yo siempre he querido dejar un legado, ¿me entiende? Dejar una enseñanza. Entonces decidí crear mi propia institución, el Instituto Henry Agudelo.

Noticias relacionadas

-¿Se acuerda cómo empezó usted?

-Yo fui autodidacta. Empecé leyendo una enciclopedia de la Kodak. Leyendo y practicando, leyendo y practicando.