Largo plazo

Mujeres en edad fértil y mercado laboral

OLGA GRAU

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La presidenta del Círculo de Empresarios nos devuelve a una España en blanco y negro, en la que el papel de la mujer se reduce a la función reproductora. Solo que si ahora una mujer quiere trabajar, debe hacer lo contrario, no tener hijos. El valor de la fémina para esa España casposa no se desplaza más allá de donde residen sus ovarios. Formación, capacidad, talento, diversidad, creatividad no importan.

Mónica de Oriol se mostró partidaria de contratar a una mujer «de más de 45 o de menos de 25 años, porque como se quede embarazada nos encontramos con el problema». Ya solo le faltó sugerir a las candidatas a un puesto de entre 25 y 45 años un certificado de esterilización.

Para ella, el tema es de una claridad meridiana: «Lo hagan bien o lo hagan mal», las mujeres que han tenido un hijo no pueden ser despedidas en los «11 años» posteriores a volver al puesto de trabajo tras el permiso de maternidad. La presidenta del lobi madrileño cree que para lograr que haya más presencia femenina en los altos cargos de las compañías, falta más «sacrificio» y menos leyes.

Las consideraciones de Mónica de Oriol, que por cierto accedió a su primer consejo de administración gracias a las cuotas, son muy graves. En primer lugar, porque no se expresó a título personal sino que participó en un foro de opinión en calidad de presidenta del Círculo de Empresarios. Esta patronal, fundada en 1977, agrupa a firmas como el Santander, Google, Accenture, Alstom, BBVA, Vodafone, IBM, KPMG, Coca-Cola o Goldman Sachs.

La mayoría de estas multinacionales cuentan con planes de igualdad más avanzados que las legislaciones laborales de los países en los que operan. ¿Debemos deducir que suscriben las recomendaciones de Mónica de Oriol? Si no es así deberían cesarla. Porque la presidenta del lobi abogó, en nombre de sus asociados, por infringir la ley laboral en España y saltarse la Constitución que en su artículo 14 prohibe la discriminación. El Convenio número 111 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en su artículo 1, define discriminación como «cualquier distinción, exclusión o preferencia que tenga por objeto anular o alterar la igualdad de trato en el empleo o la ocupación».

Y es por este motivo que existen leyes que protegen a determinados colectivos. Las cifras son muy claras. Las mujeres sufren más el paro que los hombres, cobran menos por un mismo puesto de trabajo, no acceden a las cúpulas del poder y están expuestas al acoso en mayor grado que sus compañeros masculinos.

Si España fuera EEUU, Mónica de Oriol ya habría hecho la maleta. Pero en España, la violencia contra la mujer queda impune.