Yo quiero publicar en papel

Para un aspirante a escritor, nunca ha sido fácil publicar la primera obra. pero la crisis ha convertido esa ambición en algo casi imposible: a las editoriales les cuesta cada día más asumir riesgos. La alternativa para muchos debutantes son las plataformas digitales. gracias a ellas han logrado llegar al público, y algunos incluso vivir de lo que escriben. Sobre todo si cosechan ventas de cinco cifras. Aparece entonces la justicia poética: las mismas editoriales que les cerraron las puertas les persiguen para llevar, esta vez sí, su genio literario al papel. Y la mayoría de ellos se dejan querer, porque su sueño, más allá del éxito digital, es ver su nombre en la portada de un libro impreso. Aquí tienen el testimonio de dos 'best sellers' digitales que han logrado (y vivido) de forma distinta el ansiado salto de las pantallas al papel

Dos autores cuyo éxito digital les ha abierto las puertas del mercado editorial explican cómo ha sido su viaje de los bytes a la tinta

Enrique Laso

Enrique Laso / periodico

IMMA MUÑOZ

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Enrique Laso: "No quería estar en casa esperando una carta, así que me autopubliqué"

Enrique Laso (Badajoz, 1972) siempre quiso dedicarse a la literatura, y de hecho empezó muy pronto a ponerse a prueba. "A los 8 años ya había escrito un relato largo, que titulé 'Roca', y que contaba la historia de un niño incomprendido que se convertía en un pedrusco. Era una historia complicada. Recuerdo a mi madre llorando al leerla, pensando que su hijo no estaba del todo fino –dice con su permanente sonrisa–. Es que mi inclinación siempre ha sido escribir cosas raritas".

No lo serán tanto cuando ha conseguido vender 300.00 copias de esas rarezas en todo el mundo desde que en noviembre del 2009 se decidió a colgar una novela en diversas plataformas digitales para ver qué respuesta obtenía, escaldado por un par de malas experiencias con editoriales. Esa novela era 'El rumor de los muertos', un 'thriller' sobre la historia de un libro maldito que obsesionó a H. P. Lovecraft y con cuya existencia se sigue especulando hoy: el 'Necronomicón'. "Yo era un chaval que devoraba libros, entre ellos los de Lovecraft. Ahí descubrí este 'Libro de los muertos'. Empecé a buscar en todas partes si alguien había escrito sobre él, y no encontré nada. Así que decidí hacerlo yo y relatar su historia desde el siglo VIII hasta hoy". Corría 1997 cuando hizo el primer esquema de una novela que necesitaría12 años para llegar al público.

"Me puse en serio en el 2007, y la acabé en los tres meses del verano de ese año", sigue relatando Laso. La mandó a varias editoriales, esperando haber aprendido de errores pasados. Unos años antes, 'El abismo de Camille', que él considera su mejor obra, había sido rechazada por dos sellos porque era "demasiado densa y literaria". "Siendo un desconocido quien la firmaba, no podían arriesgarse", cuenta Laso que le dijeron. Su vena "rarita" era demasiado para empezar, y, pragmático como es, decidió aferrarse a lo que había aprendido en sus estudios de Dirección de Empresas y Márketing y darle al público lo que podía aceptar de buen grado.

Así que soltó lastre en este 'thriller' plagado de acción que se mueve en un abanico de "3.000 palabras, frente a las 12.000 de 'El abismo de Camille", sin que ese sacrificio de riqueza léxica signifique que Laso no confía en la inteligencia del lector. "No se lo pongo fácil: el libro tiene una estructura compleja, con muchos saltos de época y escenario", señala. Y llegó la llamada soñada: "Hemos aceptado el manuscrito, vente para acá". "Imagínese, fui para allá exultante. Y, cuando llegué, me dijeron que querían convertirla en una novela juvenil. Que los personajes tenían que tener entre 15 y 17 años. 'Entiéndelo: eres un autor joven, no te conoce nadie, poco a poco podrás ir haciendo lo que quieres...'. Me negué: ese no era mi libro".

El salto de los 10.000 'e-books'

Ante su segundo batacazo con las editoriales, decidió autoeditarse. "No quería estar en casa esperando una carta. Era absurdo con las oportunidades que ofrecen las plataformas de autoedición y mi dominio de las redes sociales", explica. "Durante años he sido uno de los expertos en SEO [posicionamiento web en buscadores] mejor pagados de Europa, así que tenía que aprovechar lo que sé para mover mi libro". Empezó vendiendo tres a la semana. Luego, tres al día. Y una mañana vio que esa noche había vendido 50. “¿50? ¿Qué ha pasado?’, te preguntas. Y la semana siguiente son 100. Y te da un subidón”, recuerda recuperando esa sensación. Lo que había pasado es que, entre el boca-oreja y una recomendación del superventas Juan Gómez Jurado, 'El rumor de los muertos' había ido escalando posiciones en las listas de 'thriller' en castellano hasta colocarse en un lugar visible. "Fue algo muy curioso: los estudiantes de español de EEUU les pedían a sus profesores lecturas ágiles para practicar y, como allí todo el mundo utiliza el Kindle, estos buscaban en Amazon los libros mejor clasificados en categorías como 'thriller' o policiaco. Al haber logrado ya visibilidad en esas listas, los profesores recomendaban mi libro y miles de estudiantes empezaron a comprarlo. Las ventas aumentaban, yo subía en la lista y cada vez era más visible, con lo que cada vez vendía más. Superar los 10.000 e-books vendidos fue el gran salto", explica.

Un salto que le hizo estar 500 días en el top de los libros en español más vendidos, la mayoría de ellos entre los 10 primeros. "El rumor de los muertos' fue el número uno en castellano en todo el mundo entre finales del 2012 y principios del 2013, y en cuatro años ha despachado más de 125.000 copias, la mitad en inglés", calcula Laso. Poderlo ofrecer en esa lengua no le ha costado un euro. "Los traductores tampoco se han escapado de la crisis editorial, así que ellos también rastrean las listas buscando lo que vende y se ponen en contacto con el autor para ofrecerle traducirlo. Yo pacto que nos repartamos los beneficios al 50% y así los dos salimos ganando".

Récord de descargas ilegales

Beneficios que le han permitido cumplir su sueño: vivir de escribir. "Hace un año y medio que dejé mi trabajo como consultor de marketing", dice, satisfecho. Los números no cuadraron solo por el éxito de 'El rumor de los muertos': desde su desembarco en las plataformas digitales ha publicado en ellas 30 obras en 14 lenguas con nueve seudónimos que guarda en secreto. Todos excepto uno: Henry Osal, con el que firma libros de autoayuda. El resto son, sobre todo, relatos de terror y 'singles', novelas de lectura rápida. También hay algún poemario, género que ha cultivado siempre y con el que ha ganado varios premios. En total, ha vendido 300.000 copias de todo ello, que podrían ser muchas más si los piratas le dieran tregua. "Le puse un chivato a mi libro y descubrí que en España había 70.000 descargas ilegales. Una cifra de récord", lamenta.

Y llegó el día en el que, por fin, una editorial le dijo lo que hacía tanto que deseaba oír. Las ofertas habían tardado en llegar, pero en el 2014 cayeron en cascada: 14 en un mes, cinco en un solo día. "La locura". Fue Martínez Roca la que, el pasado octubre, convirtió en corpóreo el éxito digital. "Aunque en la red me vaya muy bien y gane dinero (vendiendo el libro a 3 euros en Amazon me queda lo mismo que con el precio que ha fijado la editorial, 20 euros), mi ilusión era ver mi libro en papel", admite. Normal: el anhelo de aquel niño de 8 años era brillar en una estantería.

ÁNGEL GIL CHEZA: "Poder vivir un día de la escritura compensa mil años picando piedra"

Ángel Gil Cheza (Vila-real, 1974) también ha logrado ver su nombre en letras de molde en el lomo de un libro tras triunfar en puntitos de luz. Aunque, en su caso, el salto de los bytes a la tinta no ha venido precedido de decenas de miles de descargas. "Estuve varias semanas en el número 3, y un año en el top 100 en español en Amazon. En ese tiempo debí de vender unos 10.000 ejemplares", asegura. ¿Solo? "Yo creo que está muy bien. Leo las cifras que dan otros autores y las veo imposibles", dice. Tampoco parece preocuparle demasiado. Tal vez porque a él esos números le han bastado para lograr lo que se había propuesto.

"Yo escribí una novela. Sabía que el mundo editorial hace tiempo que está saturado y que las vías para publicar cada vez están más cerradas, así que quise conocer bien lo que tenía enfrente, cómo funciona lo que suelo llamar 'la bestia'. Decidí que el mejor modo de hacerlo era meterme de lleno en ella: dejé mi trabajo, me endeudé y me vine a Barcelona a cursar el máster de Edición de la Universitat Pompeu Fabra", explica. Cuando lo acabó, estuvo cinco años trabajando "para la bestia", desempeñando todo tipo de tareas: leyendo manuscritos, editando, corrigiendo... "Aprovechando lo que había aprendido, decidí revisar las dos novelas que tenía en el cajón e intentar llegar hasta un editor que apostara por mi obra. Tenía contactos en el mundillo, pero con un par de llamadas ya vi que iba a ser complicado. Así que valoré la posibilidad de autopublicar. Y lo hice: con la ayuda de mi pareja pude presentar un producto con una portada sugerente, bien editado y con una campaña de promoción en Facebook".

Arqueólogo en Irlanda

Esa primera incursión en las plataformas digitales fue 'La lluvia es una canción sin letra', una novela que nace de una experiencia autobiográfica de Gil Cheza: el hallazgo, cuando trabajaba como arqueólogo en Irlanda, del esqueleto de una chica fallecida en trágicas circunstancias mil años antes. "Europa y el mundo no estaban en crisis aún en el 2003, pero yo sí. Mi particular crisis económica me llevó allí, donde estaban contratando a muchos estudiantes [él se había licenciado en Humanidades] para trabajar en varios yacimientos. Llegué sin conocer la profesión y sin saber apenas inglés. La crisis económica se convirtió en vital, y creo que por eso ese país me marcó tanto: toqué fondo y encontré fuerzas para impulsarme", se sincera. Y todo ello está en esa primera novela, pura franqueza.

"Tener en las manos restos de seres humanos que llevan mil años enterrados te genera una responsabilidad –continúa el autor–, y también una frustración: la de no saber qué había ocurrido realmente con ellos". A su auxilio acudió la literatura, y Gil Cheza inventó una vida para Eimear, el nombre con el que bautizó a su chica milenaria, una vida que le permitía, además, abordar otro tema que le había atrapado durante su estancia en Dublín: la huella que habían dejado los vikingos en el país. "Viví una quijotización con el mundo vikingo: estaba imbuido de él", asegura.

Tienen una prueba de esa afirmación en el 'book trailer' que el propio Gil Cheza rodó, con su amigo Willy Sanz, para promocionar el libro, que logró un considerable eco en las redes sociales, tanto por la calidad de la pieza como por el hecho de que era la primera vez que se rodaba un 'book trailer' no para una novela publicada, sino para una novela que aspiraba a serlo. "Comprendí que tenía que llegar primero a la gente para poder llegar después a las editoriales. Lo que está pasando hoy con los sellos que acuden a las plataformas digitales a buscar autores es lo que ya pasó con la música a principios de siglo, cuando las bandas empezaron a colgar sus maquetas en Myspace y las discográficas fichaban a las que tenían éxito allí", resume.

Creatividad por triplicado

Hacer paralelismos con la música es casi inevitable en Gil Cheza porque, además de escritor, es músico. En los 90 se pateó España con su guitarra de cantautor, y en la actualidad tiene un grupo, Bonjour Potemkin, junto a su pareja, la violonchelista Lluïsa Ros. Con ella y con su hermano, David Ros, además, ha montado Papel Mojado Projects, una empresa que les permite dar rienda suelta a su creatividad por triplicado, tanto en el campo editorial (con cursos de escritura y edición) como en el audiovisual. "Nos atrevemos con casi todo, porque para tropezar, y aprender de los tropiezos, siempre hay tiempo", dice.

Fuera por el éxito del 'book trailer' o porque la campaña de Facebook funcionó, el caso es que la respuesta de los lectores digitales ante 'La lluvia es una canción sin letra' animó al escritor castellonense a revisar y colgar también su segunda novela, 'El hombre que arreglaba las bicicletas'. Y fue esta la primera en llamar la atención de las editoriales de toda la vida, las que imprimen sentimientos y cosen vivencias. "Recibí un par de ofertas estrambóticas: una para publicarla en esloveno. No cuajó, pero me hizo ilusión: pensé que si tu primera novela sale en esloveno antes que en tu lengua, ya te puedes retirar. Y me hizo ver que la cosa se movía".

'El hombre que arreglaba las bicicletas' llegó a las librerías, con sello de Suma de Letras, en primavera. Medio año después lo hacía 'La lluvia es una canción sin letra'. Y lo más probable es que su siguiente obra, la que acaba de terminar, no tarde en unirse a las otras dos para añadir peso a los estantes con su nombre. Entre tanto, él sigue feliz de poder trabajar en casa, sentándose ante el ordenador cuando su hija de cinco meses le da una tregua o su perro no le pide a ladridos que lo saque a la calle. Y sin preocuparse en exceso por el color de los números de su cuenta corriente. "Los dos ámbitos en los que me muevo conllevan una gran precariedad laboral, pero cuando vives haciendo lo que te gusta puedes pasar con menos. Yo no sé en qué voy a trabajar el mes que viene, tal vez me toque volver a recoger naranjas o tenga que poner un bar, pero puedo decir que he tenido la suerte, al menos una temporada, de que mi obligación laboral fuera hacer lo que más me gusta en este mundo. Haber podido vivir un día de la escritura compensa mil años picando piedra". Y nada mejor que mil páginas de papel para dejar constancia de un sueño.