Una Quebrantahuesos por entrenamiento

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SERGI LÓPEZ-EGEA

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Casi emulando al genial escritor francés Christian Laborde (tal vez el que mejor refleja en sus libros la pasión por el Tour) se podría decir que Alá no creó el desierto del Sáhara para separar Marruecos del Mediterráneo, sino para distinguir a los titanes del resto de mortales.

A estas horas (el mediodía marroquí) la piscina del hotel Xaluca parece una playa barcelonesa plagada de esperanzados ciclistas con sus piernas depiladas que aguardan bañándose y tomando el sol que suene mañana por la mañana, a eso de las 8, el estruendo del cohete lanzado por Manu Tajada, director de la Titan Desert. Así anunciará el inicio de la sexta edición de la carrera en bicicleta de montaña que este año comunica la puerta del principal desierto africano con Granada.

Destino Almería

A lo largo de seis días, hasta el sábado, hay que recorrer en bicicleta la ruta que lleva a Nador, al lado de Melilla, atravesando de sur a norte las quebradas pistas marroquís. En el puerto de Nador habrá que embarcar, el viernes por la noche, con destino a Almería y tras un centenar de kilómetros en autobús, la sexta y última etapa, considerada la reina, decidirá la prueba, con más de 50 kilómetros de subida por los alrededores de Sierra Nevada.

De momento, poco paisaje nevado hay porque el calor, como es tradicional, aprieta en esta latitud de Marruecos. El país, por lo visto hasta ahora, que ha sido más bien poco, respira tranquilidad, sosiego y como siempre las imágenes de las modestas casas trabajadas con el barro parecen demostrar que el tiempo se para en esta parte del mundo tan distante en fortuna con cualquier ambiente europeo.

500 participantes

Pero los titanes, los que entusiasmarían a Christian Laborde, no hablan de otra cosa que de la sufrida aventura que les espera los próximos seis días. Son casi 500 participantes, cada uno con su historia, su objetivo y su alma cargada de emoción. Yo soy uno de ellos. Hace pocos minutos que Sergi Bofarull, el mecánico de mi equipo, ha terminado de acondicionar mi bicicleta. Hay que cuidarla como un amor porque es lo único que tendré en el desierto aparte de los bellos pajarillos africanos, tan hermosos y tan fieles.

Ahora los titanes se bañan pero en un par de horas, cuando el sol se tome una tregua, volverán, volveremos, a subir a la bici para tomar el primer contacto y pelearnos un rato con las dunas que mañana habrá que atravesar. Uno de los titanes es Milton Ramos. Él es de Honduras, un verdadero fenómeno de la bici en su país. Pero allí este deporte no da dinero, por lo que decidió hace unos años probar fortuna en España.

La Quebrantahuesos

Vive en Sabiñánigo, patria de la Quebrantahuesos, la más dura y multitudinaria marcha cicloturista que se celebra en España, este año organizada por Fernando Escartín, carrera en la que se escalan diversos colosos de los Pirineos como el Marie-Blanque, las auténticas montañas que invitaron a Laborde a escribir la verdadera cita que aparece más arriba: “Dios, que creó los oceános y los continentes, y que hizo bella a la mujer, no levantó los Pirineos para separar Francia de España, sino para distinguir a los escaladores del resto de ciclistas del Tour”.

Milton no haría ascos al pelotón de la grande boucle, ni mucho menos. Aspira a terminar la Titan Desert entre los cinco primeros. Y eso ya son palabras mayores. “¿Cómo has entrenado estos últimos días?”. Milton no deja de sorprender con su respuesta: “Pues el miercóles me hice la Quebrantahuesos, solito”. ¡Ahi va! ¡Nada! Casi 200 kilómetros a la espalda y cuatro cumbres de los Pirineos para calibrar las piernas pensando en la Titan Desert. Este es el espíritu, la pasión con la que algunos, la mayoría de los participantes, viven esta carrera.

Mañana empieza el espectáculo. Ahora es tiempo de descansar un poco, seguir por la tele (en Marruecos se ven un montón de canales europeos) los últimos kilómetros del Giro, y prepararse para el primer rodaje marroquí. En unas horas de rodaje ya habrá poco. Pero a tipos como Milton solo los veré a la hora del desayuno. Cuando yo llegué a meta, él ya estará haciendo la siesta.