Regreso de incógnito

ROBERT FERNÁNDEZ. El nuevo secretario técnico jugó en el Barça entre 1986 y 1990, logrando dos Copas y una Recopa.

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JORDI TIÓ / BARCELONA

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Robert Fernández regresa al Barça sin hacer ruido, de incógnito (Bartomeu ha mantenido su nombre casi en la clandestinidad durante la campaña), para asumir la secretaría técnica del club, un cargo de máxima exigencia que requiere de la confianza del presidente, de buena sintonía con el entrenador y del acierto en los fichajes. Robert (o Roberto, según quien le cite) parece cumplir con las dos primeras premisas. La tercera, y puede que más complicada, dependerá de su destreza en el rastreo del mercado y su habilidad para fichar bueno y barato. Misión casi imposible cuando se trata del Barça.

Nacido hace 53 años (los cumplió el pasado 2 de julio) en Betxí (Castelló), Robert vuelve al club azulgrana silenciosamente, nada que ver con el sonado traspaso que en 1986 le llevó de Mestalla al Camp Nou a cambio de 100 millones de pesetas. El Valencia, ahogado por las deudas y hundido tras descender a Segunda, se desprendía de un polivalente centrocampista, con un buen disparo y gran remate de cabeza, del que quedó prendado Terry Venables.

El Motín del Hesperia

El técnico inglés pensó que era el mejor refuerzo para un equipo destrozado tras la debacle de Sevilla ante el Steaua en la final de la Copa de Europa. Su rendimiento fue inmediato, entre otras cosas, porque conocía bien el club gracias a lo mucho que le había explicado Josep Seguer, exjugador del Barça de les Cinc Copes y a quien tuvo como entrenador en el juvenil del Villarreal.

Consolidado como titular, su trayectoria quedó diluída por el rumbo errático del equipo (Venables fue destituido y llegó Luis Aragonés) y la convulsión institucional, representada en toda su dimensión con el Motín del Hesperia: la plantilla pidió la dimisión de la junta de Núñez por un conflicto con Hacienda. Ni el título de Copa logró suavizar un año de pesadilla. «Fue algo muy desagradable. Muchos compañeros salieron mal del club sin merecerlo». Él fue de los que continuó.

Empezaba la era Cruyff y Robert mantuvo su rol de titular fijo. Fue el más utilizado por el entrenador en sus dos primera temporadas, junto a Zubizarreta. En esas dos campañas, marcó 25 goles y su figura creció. Y llegaron más títulos: la Recopa (1988) y la Copa (1990). Pero cuando parecía alcanzar la cúspide en su etapa barcelonista (firmó por siete temporadas), un desacuerdo por su mejora de la ficha le abrió las puertas para irse, sin que nadie hiciera nada para evitarlo. Tampoco Cruyff. «No es para desaprovecharla. Yo ya le he dicho que, si es así, lo fuéramos a celebrar», fue la respuesta de Johan cuando Robert le hizo saber que el Valencia le ofrecía 50 millones (cobraba 25 en el Barça). «Nunca se me ha valorado lo suficiente. Si me voy, no es solo por dinero», se defendió en medio de un tenso pulso con Núñez.

Trayectoria discreta

El Valencia pagó la cláusula de Robert (300 millones), quien el 9 de agosto de 1990 abandonaba la estadía en Odoorn (Holanda). Otros cinco años estuvo en el Valencia (1990-95), para ir luego al Villarreal (1995-99), del que salió el año del descenso a Segunda para acabar en el Córdoba (1999-2001), donde colgó las botas a los 39 años.

Su trayectoria como entrenador ha sido discreta: Valencia Mestalla (2004-05), Córdoba (2005), Orihuela (2006-07), Alzira (2008-09) y Figueres (2010-12). Antes, sin embargo (2001), empezó como coordinador del fútbol base en Valencia y adjunto a la dirección deportiva con García Pitarch, con quien luego fue al Atlético. También ha ejercido de analista en el diario Superdeporte y en Levante TV. Venía a Barcelona casi cada semana. Ahora ya se podrá quedar.