COMPROMISO CON EL DEPORTE BASE

El club que mece la cuna

Uno de los partidos de categoría masculina de la Granollers Cup, disputado en Les Franqueses del Vallès.

Uno de los partidos de categoría masculina de la Granollers Cup, disputado en Les Franqueses del Vallès. / periodico

EMILIO PÉREZ DE ROZAS

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El mundo se pregunta, muy a menudo, con demasiada frecuencia (bueno, la misma con la que este país recolecta éxito tras éxito), de dónde le viene la pujanza, la fuerza, el protagonismo, la vitalidad, la competitividad, el carisma, el ADN deportivo a Catalunya.

Y el mundo recibe, día a día, semana a semana, mes a mes, año a año, miles de ejemplos a cuál más brillante y ejemplarizante. Y no solo estamos hablando del Barça, que también. O no solo con la preciosa y novedosa campaña de l'Agrupació Esportiva Monells, fomentando en el fútbol base la prioridad de los valores sobre el juego, que también. Estamos hablando del baloncesto de Badalona. O del hockey sobre patines de Voltregà. O del hockey sobre hierba de Terrassa. O del prodigioso balonmano de Granollers.

EL DEPORTE DE UNA CIUDAD

Y ahí estamos, en Granollers. Otro ejemplo más de esa euforia, complicidad, entrega generosa y organización exquisita hasta convertirse en la cuna del balonmano español. Y mundial. Esta semana, Granollers vive (Granollers, Les Franqueses, Canovelles y Vilanova del Vallès) la maravillosa Granollers Cup, una cita única, majestuosa, global, que coloca a esas poblaciones en la cúspide del deporte mundial al congregar en sus calles, en sus colegios, institutos, escuelas, patios, pabellones, hoteles, residencias y cámpings a los mejores niños y niñas del mundo, que se pasarán una semana jugando a destajo, no solo para competir y aprender, sino también para convivir, porque eso es el deporte, eso es la Catalunya deportiva.

Y así llevan 16 años. Empezaron con 60 equipos y este año corren, saltan, defienden, atacan, golean, ganan y pierden 350 equipos, con más de 4.200 niños y jóvenes de edades comprendidas entre los 12 y 20 años. Se juegan 250 partidos todos los días en 16 pistas distintas. No solo el Pavelló Olímpic, no; también se juega en la preciosa y curiosa pista instalada en el mismo centro de la ciudad, en la plaza de la Porxada.

Dicen que solo en Suecia se atreven a organizar una cita de semejante envergadura. De ahí que muchos, muchos, equipos vengan del norte de Europa. Es más, Noruega, donde el balonmano es el deporte rey o casi, trae hasta 50 equipos femeninos. Ellos y los que vienen de Portugal, Colombia, India, Georgia, Italia, Kenia, Nigeria, Egipto, Rusia, Islandia, Alemania, Canadá, Bosnia, Brasil, Francia, Suecia y, por supuesto, del resto de España vienen a competir pero también a pasárselo bien y a convivir.

«Es la experiencia más maravillosa que he vivido nunca», relata Raúl Campos, exjugador del Balonmano Granollers y coordinador estos días del torneo femenino. «Se trata de una oportunidad única para los niños y niñas de clubs modestos, que jamás podrían enfrentarse a equipos de otros países o continentes de no ser por la Granollers Cup, que los une a todos».

NOMBRES CONOCIDOS

Y, claro, Campos, también comparte la idea de que «el intercambio de culturas, idiomas, costumbres y juego hace que los niños se lo pasen en grande». Sin olvidar, señala Campos, que «el balonmano que se juega, que se ve, es de altísima calidad». Por aquí está Gonzalo Pérez de Vargas, portero del Barça, padrino de la competición, que el primer día colgó una foto suya en las redes sociales de cuando jugaba... la Granollers Cup, el torneo en el que él empezó hace años.