Eusebio en la vida Real

El exazulgrana recoge el excéntrico legado del escocés Moyes para reflotar al alicaído equipo donostiarra

Eusebio, el día de su presentación como entrenador de la Real Sociedad.

Eusebio, el día de su presentación como entrenador de la Real Sociedad. / periodico

EMILIO PÉREZ DE ROZAS / SAN SEBASTIÁN

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La Real Sociedad, uno de los clubs más sensatos de la Liga, visita el Camp Nou. Y lo hace tras protagonizar una de las mayores locuras del campeonato. Lo ocurrido en la Real debería de servir de manual, de existir una facultad de fútbol, para presidentes, directivos, directores técnicos y entrenadores. La Real ha pasado de ser entrenada por el inglés David Moyes, un auténtico marciano en la placentera villa de Zubieta, a caer en manos de Eusebio Sacristán, un exjugador y técnico amamantado en las ubres de La Masia. Moyes no quería saber nada de los jóvenes y Eusebio batió, frente al Sevilla (2-0), el récord de canteranos de la jornada: 11 sobre los 13 que alineó.

La Real aún recoge escombros del destrozó provocado por Moyes, a cuatro millones de euros por temporada. Ahí están los rótulos en inglés en todas las dependencias de Zubieta; ahí está el gimnasio ampliado «porque mi fútbol es fuerza» y ahí está ese inmenso piso, de 275 metros cuadrados, cuyas reformas pidió y aún no han concluido mientras vivió a cuerpo de rey con su esposa en una suite del hotel María Cristina, con vistas a la Concha, claro. El mismo Moyes que, dos semanas antes de ser despedido, le pidió a su ayudante, Billy Mckinley, que pusiese a calentar al Chori CastroChori y, cuando le llamó para darle instrucciones, le gritó a Billy: «No, no, no era a este al que quería», dando idea de lo mucho que conocía a la plantilla.

CONFIAR EN LA CANTERA

Eusebio reconoce que se encuentra en una de las cunas del fútbol y, sin duda, le encanta la guardería que tiene. Es más, tiene que ir con cuidado porque ha ilusionado tanto a la parroquia que el otro día puso a la perla de Zubieta, Mikel Oiarzabal, de 18 años, «un chaval que la pega que la rompe», y ya lo comparan, casi, con el gran Diego Armando Maradona. Y Eusebio se ha visto obligado a pedir calma «porque yo he visto muchos, muchos, fenómenos acabados antes de empezar». Sin ir más lejos, pudo  contar que Rubén Pardo, que también sonó a cascabeles, se muerde ahora las uñas en el banquillo con solo 22 años.

Pero, sí, Eusebio ha explicado a EL PERIÓDICO que «está en el lugar ideal: la Real me necesita y yo la necesito para crecer, para demostrar que valgo, para construir un proyecto juntos bajo la idea, culé o no, que también, de utilizar la cantera y ese estilo tan donostiarra que siempre ha caracterizado a este equipo. Vamos a retroalimentarnos y la victoria ante el Sevilla nos da confianza de cara al Camp Nou, un estadio que parece inaccesible pero esto es deporte y puede ocurrir cualquier cosa».

Eusebio contó que, como futbolista y técnico, cree en muchas cosas que no puede explicar. Y no habla de superstición o manías. Puede que se agarre, mira por dónde, a la última vez que la Real puntuó (1-1) en el Estadi (abril de 1995, hace 20 años), con gol de Imaz, en el minuto 92, con Johan Cruyff en el banquillo y Eusebio en el campo tras sustituir a Guardiola. «¡Ojalá se repita esa gesta!», sonrió ayer el nuevo técnico blanquiazul. También podría explicar que su portero argentino Gerónimo Rulli nació en el barrio de La Plata (Buenos Aires), el 20 de mayo de 1992, hace 23 años, el día en que el italiano Giovanni Invernizzi cometía la falta, sí, sí, sobre él, sobre Eusebio en el minuto 111 de la final de Wembley, para que Ronald Koeman nos metiese, de golpe, de un zapatazo, en la historia del fútbol. Día de gloria el de Rulli.

El mister sabe que nada de eso le hará más fuerte en el Camp Nou, un lugar que, en estos momentos, parece la mismísima caldera del infierno, la 'cúpula del trueno', dos entran, uno sale. «Quiero una Real como es este país: honesta, trabajadora, valiente, sensata, disciplinada, ambiciosa, cómplice, solidaria, atrevida y con determinación. Eso es lo que quiero, veremos qué nos deja hacer este impresionante Barça, cada vez mejor porque, cada año que pasa, cada técnico que la dirige, cada jugador que incorpora, lo mejora, la hace crecer». Eusebio elogia el toque que le ha dado Luis Enrique al Barça" «Tiene una  impronta de Lucho, es su vivo reflejo: carácter, rabia, velocidad, fuerza, no se rinde nunca, demuestra vigor y personalidad. Es Luis Enrique en el campo, su representación".

COSQUILLEO ESPECIAL

Dicen que Jokin Aperribay, hijo de quien ya fuera presidente de la Real (bueno, en realidad dicen que el padre sigue mandando desde casa), ha querido enmendar el error de Moyes volviendo atrás, a 1985, cuando su padre fichó al galés John Benjamin Toshack para que reconstruyera, con los de casa, la Real bicampeona que ya había languidecido.

Y ahí está Eusebio y su 'dream team' de ayudantes, enseñando a jugar con el pie al extraordinario Rulli, midiendo con tiento el estallido de Oiarzabal, manteniendo viva la vitalidad goleadora de Imanol (Agirretxe, pero Eusebio, que lleva 15 días en Zubieta, ya llama a todo el mundo por su nombre) y, sobre todo, tratando de recuperar para el fútbol («a mi no me gusta el fútbol, me gusta la NBA») al mágico mexicano Carlos Vela, un tipo que quiere irse a Los Ángeles Galaxy para seguir compartiendo piso con su colega y amigo Giovani dos Santos y ver a los pobrecitos y perdedores Lakers.

«Sé que sentiré un cosquilleo especial, trato de abstraerme y espero que con el pitido inicial se me vayan las emociones», confiesa Eusebio.