Festival en Riazor

El Barça derrocha un 0-3 y se presta a una orgía de goles con el Depor en un duelo apoteósico

Messi celebra su tercer gol. JORDI COTRINA

Messi celebra su tercer gol. JORDI COTRINA / periodico

JOAN DOMÈNECH / A Coruña

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Jordi Albaabrió y cerró el marcador. Marcó en las dos porterías. Pero esa anécdota quedó sepultada por el devenir de un partidoapoteósicoy accidentado, sumamente espectacular y con un marcador del siglo pasado. En 90 minutos se concentró el fútbol en estado puro: goles, errores, tarjetas, expulsiones, postes y una emoción que traspasó los confines deRiazor y el rectángulo del televisor. ¿Cómo, si no, si se ven nueve goles en un frenesí impropio en estos tiempos de recortes y estrecheces?

Marcó Alba para unos y para otros en unfestivalde goles de los que hacen época, más digno de un vídeo que las fechorías de Pepe, si es que existiera alguno. Hacía casi 20 años que no se veía tal orgía de goles más o menosrepartidos.Ganó el Barça porqueMessisolo miró a una portería, con otro triple que ridiculiza las pretensiones del madridismo conCristianoy mantiene al Barça en su inalcanzable ritmo de crucero en la cima de la clasificación.

Generoso delante y detrás

El choque entre el equipo másgoleadory el más goleado no podía acabar de otra manera. Pero el cuadro azulgrana descubrió que tiene grietas en el edificio y el Depor acabó feliz porque también es capaz de marcar, aunque no siempre encontrará un rival tan generoso detrás, con errores impropios del líder inaccesible que refleja la tabla. Lo mismo podría decir elBarçadel Depor, un coladero que le augura muchos problemas.

La determinación con que salió el once deVilanova--la misma o mayor con la que regresó a la Liga tras el parón de septiembre enGetafe-- le brindó un colchón de tranquilidad para mantener el dominio del marcador. Tres goles en 17 minutos le mantuvieron a salvo. Salió con tanta tensión que la agotó muy pronto, porque veinte minutos después solo vencía por lamínima. Dos errores defensivos de manual dieron esperanza al cuadro gallego, que alimentó hasta el final el sueño de una gesta, con Aranzubia tratando de emular a Alba: subió a rematar un córner cuando ya le habían metido cinco.

De la juerga a la resaca

Tan lúcido anduvo el Barça delante comoofuscadodetrás. Excelente en su despliegue ofensivo, encontrando rendijas con pases verticales y certero ante el marco, ofreció la mejor versión en sus ataques estáticos con un rival que siempre le esperó miedoso. Y todo ese afán por mirar hacia adelante, convencido de que la noche anunciaba juerga, se tornó en desidia para correr de vuelta. Tantobebióque acabó resacoso, aunque al final encontró las llaves para volver a casa.

En esos dos polos opuestos se colocaron Messi yValdés. Igual que están en el campo. Uno, arriba, metió tres goles; el otro, encajó dos que le dejaron señalado. Messi tuvo enCesca su mejor aliado, como cuando eran cadetes, pero a Valdés nadie le ayudó. El de Arenys, en el papel de Xavi, se puso el 6 a la espalda y se cansó de tirar maravillosos pases de gol.Xavi, como en las otras dos ocasiones que empezó de suplente, tuvo que salir al campo para deshacer el entuerto en el que se estaban metiendo sus compañeros por la preocupante ligereza defensiva que exhibían.

Banquillo al rescate

Vilanova metió al cerebro en el campo para que pusiera cordura y escondiera el balón cuando el equipo estaba con diez y faltaba media hora de suplicio con el 3-4. Antes tuvo que recurrir a Adriano para ejercer de central tras la expulsión deMascherano, y a Pedro para que corriera por dos debido a la inferioridad numérica. El sibilino papel del árbitro Paradas Romero dejó de parecerlo al amonestar a Cesc cuando ya estaba en el banquillo y celebró el tercer golo de Messi.

En realidad, sufrió el Barça más en el marcador que en el césped porque jugó con holgura. Aunque defendiera como nunca. No dispuso de más ocasiones elDeporque las regaladas. Hasta la última de Alba.