crónica

Delicioso divertimento

El surrealismo de 'Les mamelles de Tirésias' seduce al público del Liceu

María Bayo y Gabriel Bermúdez, en una escena del montaje.

María Bayo y Gabriel Bermúdez, en una escena del montaje.

CÉSAR LÓPEZ ROSELL
BARCELONA

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Divertida, gamberra pero luminosa y musicalmente brillante.Les mamelles de Tirésias, la surrealista ópera de Poulenc, vivió su estreno, el jueves, en el Liceu con una gran acogida del público que aplaudió a todos los participantes de la función pero de forma especial a María Bayo, protagonista de la puesta en escena de Emilio Sagi con dirección musical de Josep Vicent.

El autor escribió el libreto a partir de la pieza del teatro del absurdo de Apollinaire. Esto se nota en la ligazón entre la ágil y variada partitura y el texto, que Sagi ha acentuado con su colorista y cabaretista montaje. El tono rosa preside el vestuario y los decorados del alocado universo de esta comedia desarrollada en dos niveles de escenario. Los personajes principales circulan durante la función con altos zapatos de tacón, lo que añade una componente más al tono de ambigüedad sexual del disparatado argumento.

La sutil y exquisita música de Poulenc nos remite en algunos pasajes a la opereta vienesa por la continua inserción de polcas y valses, pero también muestra la fuerza de un lenguaje personal con influencias de Debussy, Stravinski.

SITUACIONES INVEROSÍMILES / La acción, que Apollinaire situaba en la africana Zanzíbar, se traslada a una ciudad imaginaria del mismo nombre. Thérèse (María Bayo) rechaza su condición de mujer para poder desempeñar tareas masculinas después de hacer que exploten sus pechos y se convierta en Tirésias. La trama está llena de inverosímiles situaciones apoyadas en vistosas coreografías y en la movilidad del Cor Madrigal.

El marido (Gabriel Bermúdez), vestido de mujer, se siente impulsado a procrear 40.049 hijos. Se hace patente la reivindicación de la natalidad en la obra, una necesidad para una Francia afectada por la primera y segunda guerra mundial. El regreso de la condición femenina de la protagonista, ahora como cartomántica, se produce al final rematado con un explosivo canto a la maternidad.

Bayo se mueve con gran soltura escénica. Con una voz cada vez más lírica y con un buen centro se mostró brillante y manejó bien las endiabladas agilidades. El resto del reparto contribuyó a mantener el nivel general.