Los ojos de la hilandera

En el barrio de La Ribera, en el dédalo de callejuelas con nombres de oficios –Assaonadors, Cotoners, Flassaders, Esparteria–, solo una vía rinde tributo al trabajo femenino: Semoleres (existía otro pasaje, la Volta de les Filateres, pero fue demolido a principios del siglo XX por el trazado de la Via Laietana). Un marcado sesgo tiñe, pues, el nomenclátor de Barcelona, aun cuando los historiadores han documentado que las mujeres también bregaban en los gremios medievales, sobre todo en la manufactura textil. También en el servicio doméstico; el salario de las niñas criadas, no obstante, se entregaba a los progenitores para que en su día pagaran la dote matrimonial de las muchachas. El devenir del mundo, ya se sabe, lo cuentan los hombres.

Piedra a piedra, silencio a silencio, las capas de la historia se superponen sobre la piel de las calles. El Centre de Cultura de Dones Francesca Bonnemaison (CCDFB, Sant Pere més baix, 7) auspicia una iniciativa destinada a redescubrir la ciudad desde una mirada femenina, un proyecto que dirige la economista Mónica Díaz von der Fecht. Consiste en una charla y un itinerario por el casco antiguo que pretende concienciar de la presencia de las barcelonesas a lo largo de los siglos.

El motín de 1789

La ciutat i les dones, que así se llama el taller, se basa en las investigaciones de la historiadora Isabel Segura, autora deGuía de mujeres de Barcelona.Recorridos históricos(Ajuntament de Barcelona, 1995). El encuentro se celebra el último sábado de cada mes previa inscripción telefónica en el CCDFB; el próximo está programado para el 27 de marzo.

Durante el trayecto, el paseante comprende cómo el crecimiento de la ciudad más allá de las murallas y el consiguiente deterioro de las condiciones de salubridad complicaron la vida de las mujeres: eran ellas las que se encargaban de acarrear agua de las fuentes para la higiene y la cocina. Uno descubre también que en 1789, el año de la Revolución francesa, las calles de Barcelona vivieron un violento motín originado por la subida de los precios del pan y que fueron las mujeres quienes lo encabezaron. Josepha Vilaret, una de las instigadoras de la algarada (els rebomboris del pa), casada con un criado y madre de dos hijos, fue condenada a la horca, y ni siquiera una triste placa recuerda su valentía. «En suma, el taller supone una manera de decir que las mujeres existían y hacían cosas», explica Mónica Díaz, responsable del taller desde el 2004.

Promoción de creadores

Hablar justo hoy de esta iniciativa viene a cuento de que el lunes, 8 de marzo, se celebra el Día Internacional de la Mujer (y, como dice el tango, «la lucha es cruel y es mucha»). Quizá una buena manera de festejarlo sea darse una vuelta por la galería Red 03 (Sant Antoni dels Sombrerers, 5), en el cogollo de la Barcelona medieval. El centro, que dirige la fotógrafa y videoartista Marcela Jardón, nació hace tres años con la voluntad de promocionar a creadores desconocidos en el cerrado circuito de las galerías. Estos días exhibe una modesta aunque interesante muestra de mujeres artistas, como Elisabeth Castañón, que presenta una reflexión sobre las dificultades y estímulos de la maternidad, y Teresa Pampalona, que revisa los eternos tópicos de las cuestiones de género. La muestra advierte que, según la tradición recogida por Plinio el Viejo en su Historia Natural, la pintura fue una invención femenina.

Para hoy, a partir de las cinco, han organizado un acto festivo/reivindicativo que incluirá: una performancedel grupo NoMeEnamoroNiConTacones; la presentación de la asociación Gioconda, que quiere potenciar la cooperación internacional desde un punto de vista femenino; y un recital de Rusó Sala, que homenajeará a las cantautoras que la inspiran: Violeta Parra, Tracy Chapman, Joni Mitchell y Lhasa de Sela.