Las tiendas de discos de Barcelona se aferran al vinilo y la especialización

DISCOS PARADISO

DISCOS PARADISO / periodico

MAURICIO BERNAL / BARCELONA

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Existe una especie aparte llamada comprador de discos cuya presencia en el planeta da sentido a otra especie aparte: el vendedor de discos. Son como almas gemelas. El comprador de discos siente debilidad por el objeto en sí, por desplazarse hasta la tienda y rebuscar entre los cajones, por hacerlo mientras de fondo suena una música que no conoce, y por la que podría preguntar en un momento dado; le gusta ser aconsejado y establecer una charla sobre géneros, y puede pasarse toda la tarde en los dominios del vendedor de discos sin pensar jamás que está perdiendo el tiempo, al contrario. ¿Y el vendedor de discos? Sin esfuerzo, con naturalidad, porque es lo que le sale de sus musicales entrañas, el vendedor de discos le concede a su álter ego lo que desea, así de sencillo. "Aquí viene la gente a tocar los discos, a escucharlos, a conocer a otra gente que compra discos -dice Gerard López, de Discos Paradiso-; todo lo que no pueden hacer con un ordenador. El trato que les das, los consejos que les brindas, todo eso, que parecen chorradas, es lo que nos permite sobrevivir".

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El terremoto digital ha mermado la población de compradores, pero entre las ruinas ha resistido una raza de amantes de la música, de las viejas costumbres y del objeto en sí. Fetichistas, en cierto modo. Ergo, también ha cambiado el vendedor: la tienda de discos estilo gran superficie, la que tenía aspecto de supermercado, eso es pasado, el recuerdo de otra época, y lo que empieza a imponerse hoy es la tienda pequeña, especializada y con pocos empleados. Como Paradiso, que López y su socio Arnau Farré pusieron en marcha hace 6 años en la calle de Ferlandina, en el centro de Barcelona, especializada en música electrónica; o como la arriesgada Ultra-Local Records, en el Poblenou, cuya vocación -lo dice su nombre- es lo local, la música independiente. Los sellos pequeños.

LUGARES DE PEREGRINACIÓN

"El hecho de estar especializados y de vender la música que a nosotros mismos nos gusta escuchar hace que establezcamos afinidad con la gente, y consigue que esa gente prefiera comprarte a ti. Te especializas y creas parroquia". Raül Chamorro y Carme Baqués abrieron la tienda hace tres años en la calle de Pujades. No tenían muchas certidumbres, y aún hoy les sigue pareciendo sorprendente tener unas ventas estables, una clientela fija y -a resultas- algo llamado futuro. "Al final, las tiendas como esta y otras abiertas no hace mucho se sostienen por el amor a hacer algo que te gusta. A partir de ahí... Pues aguantas como puedes".

Las tiendas veteranas también se adaptan a los nuevos tiempos. Sin perder su viejo aroma, eso sí: no es lo mismo entrar en el local minimalista de Paradiso que poner los pies en cualquiera de las dos tiendas de Discos Revólver, laberínticas, estrechas, atiborradas; la nueva institución de Tallers ahora que Castelló cierra. "Es cierto que han hecho mucho daño las descargas y las empresas como Amazon, pero existe un tipo de comprador reacio a todo eso que encuentra placentero venir a la tienda en busca de discos -dice el dueño, Jesús Moreno-. En ese orden de ideas, nos mantenemos a base de renovarnos y de dar a nuestros clientes una música que sabe que no va a conseguir en ninguna otra parte". Algo por el estilo dice Jordi Segura, dueño de Wah Wah, en Riera Baixa, abierta en 1992 y lugar de peregrinación de coleccionistas de toda Europa: "Como llevo tantos años en este mundo y puedo permitírmelo, toco muchos estilos, pero entiendo que el modelo de negocio es el que apunta a la tienda especializada, donde la gente sabe lo que vende. Nada que ver con el rollo supermercado, con el rollo Fnac".

EL REINADO DEL VINILO

Por todas partes, los cajones y estanterías hablan de otro aspecto de la nueva realidad, capital para entender el nuevo modelo: hablan de la primacía del vinilo. Porque no se es fetiche de un cedé: se es fetiche de un vinilo. El resucitado formato, coinciden todos, es lo que permitirá que a largo plazo sobrevivan las tiendas, que la especie no desaparezca. "El vinilo es el rey de las ventas", dice Carlos García, propietario de Surco, la tienda que se convertirá automáticamente en la más antigua de Barcelona cuando Castelló baje la persiana: 42 años hace que funciona en su local de la Travessera de Gràcia. "La realidad es que las ventas de cedés han bajado mucho, pero al mismo tiempo se han visto compensadas por la subida del vinilo". Vinilo, vinilo, vinilo: en Surco, los cedés lucen arrinconados, y en los lugares más visibles están dispuestos los vinilos. En Paradiso solo venden vinilos. En Revólver, las ventas de vinilos hace mucho que superaron las de cedés. "El que compra discos ahora lo hace porque le gusta el objeto. Y como objeto, un vinilo es imbatible". Tanto nuevo como usado, además. Casi todas las tiendas mezclan. Es otra de las claves para sobrevivir.

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Saben todos los de esta especie mermada -pero orgullosa- que la venta de discos ya no hace rico a nadie; que se hace por amor a la música y a la especie gemela, el comprador; que afinando bien la gestión y "haciendo algo así, sin pretensiones" (Paradiso dixit), se puede vivir de ello. El cierre de Castelló es indicativo, sintomático, pero la realidad es alentadora. Cierran tiendas, sí, pero abren otras. Mal contadas, en Barcelona hay una quincena. Y ocurren cosas: el 16 de abril tendrá lugar la sexta edición en España del Record Store Day, el día de la tienda de discos, la iniciativa nacida en el 2007 en San Francisco para "reivindicar el papel de las tiendas independientes ante las grandes cadenas y corporaciones". Lo dice su presidente en España, Carles Pascual. Será un día de fiesta. De lanzamientos exclusivos para las tiendas. Un día de vinilos. Otra señal de que el apocalipsis aún puede esperar.