La pirámide de La Pau

El popular barrio esconde una galería de arte ubicada en el piso 16 de un rascacielos

Las vistas sobre Barcelona desde Piramidón Centre d'Art son privilegiadas.

Las vistas sobre Barcelona desde Piramidón Centre d'Art son privilegiadas. / periodico

NATÀLIA FARRÉ / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"El singular espacio\u00a0","text":"exhibe talento creativo y vistas de 360 grados sobre Barcelona"}}

Uno puede ir por el café con pastas, por las vistas o por el arte. Lo primero lo ofrecen el sábado de debut de una exposición, el resto está siempre. La creación es su razón de ser y el horizonte va con el lugar: la planta 16 de un edificio. Espectacular: Barcelona en 360 grados, del Garraf a Mataró, pasando por todo lo que hay entre medio, 'skyline' marítimo incluido. Es una galería, por supuesto, de ahí el arte. Un espacio blanco y diáfano, 'cool', que dejó sin habla a Ventura Pons. El cineasta llegó allí buscando localizaciones para la película 'Mil cretins' y cuando lo vio soltó algo parecido a: "Alucinamos cuando en Nueva York vemos una galería de arte moderno en el piso 16 de un rascacielos y resulta que aquí tenemos lo mismo". Lo mismo, sí, pero con una diferencia, su entorno no es tan 'chic' como Chelsea o el Soho, los barrios neoyorquinos de las galerías por excelencia. La sala que nos ocupa está en La Pau, zona obrera donde las haya.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"Piramid\u00f3n, as\u00ed se","text":"\u00a0llama la sala, es tambi\u00e9n taller de artistas desde hace 25 a\u00f1os"}}Piramidón Centre d’Art Contemporani, que es también residencia de artistas, lleva instalado en la calle de Concili de Trento desde hace 25 años, mucho antes de que en las políticas culturales del ayuntamiento apareciera la ahora tan cacareada descentralización, o sea, la apuesta por la cultura en los barrios. Aunque Isidre Bohigas, el impulsor del proyecto, no llegó a La Pau con la intención de descentralizar nada, si no por un tema económico. Entonces, como ahora, los pisos eran más asequibles cuanto más se alejaban del centro. Y Piramidón tiene cinco, el de la galería y los cuatro de abajo destinados a residencia de artistas. Hay 16 talleres y por ellos han pasado creadores de la talla de Carlos Pazos, Jordi Fulla, Gino Rubert, David Bastué Tom Carr. Así hasta llegar a 70.

La aventura empezó en 1989, cuando Isidre y su hijo Jordi encontraron el edificio. Un rascacielos construido en 1971 y nunca inaugurado que los vecinos conocían como el 'piramidón'. "Decidimos mantener el nombre, así, si los visitantes se perdían, seguro que la gente del barrio sabía indicarles el camino", afirma Jordi. Un nombre que uno intuye viene dado más por la altura del inmueble que por la forma, que nada tiene de triangular. Más claro es el origen de la denominación del barrio: un polígono de viviendas levantado en los 60 por la Obra Sindical del Hogar que se bautizó como La Pau, vino el mismísimo Franco a ello, en motivo de los actos conmemorativos de los '25 años de paz'.

¿QUÉ HAY AHÍ ARRIBA?

Poco se relacionan galería y barrio pese el empeño que pone la portera, Pepi, para que los vecinos suban cada vez que le preguntan "¿Qué hay ahí arriba?". Los clientes o visitantes son del centro de la ciudad. "Está solo a tres paradas de metro de la plaza de las Glòries", contraataca Jordi ante la pregunta de si no está muy lejos para atraer público. Tienen otra baza: la de los socios. "La gente se vincula al proyecto a través de una cuota mensual. Lo que hacen es acumular saldo que luego intercambian por obra del fondo de la galería", como Rosa Gomà, que el sábado, que tocaba café y pastas para inaugurar la interesante exposición de Juan Ortí, explicaba lo bonita que es su futura adquisición: una delicada escultura de porcelana blanca de Stella Rahola.

Ser socio tiene otras ventajas, como ser invitado a una de las paellas de los martes. Son comidas que los Bohigas organizan en la propia galería con artistas y gente interesada en la creación. "Es una manera simpática de dar a conocer el proyecto y hacer venir a la gente, que no es fácil...". Y el público es vital, pues "es una iniciativa privada que se financia con los socios, las ventas y el amor al arte". Hay más formas de conocer el local, y los espectáculos que programan Upstairs BCN y Terrats en Cultura es una de ellas. El viernes hubo danza y en octubre habrá concierto. Y el escenario tiene al Pla de Barcelona a sus pies.